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Pedro Sánchez no lo tiene fácil pese a la victoria

Pedro Sánchez vota este domingo en su agrupación del PSOE, en Pozuelo de Alarcón (Madrid).

Pedro Sánchez vota este domingo en su agrupación del PSOE, en Pozuelo de Alarcón (Madrid). / JUAN MANUEL PRATS

Jesús Pichel

Pedro Sánchez ha ganado las primarias con claridad, pero tiene más que complicado hacerse realmente con el poder dentro del partido. Primero, porque no será secretario general hasta ser nombrado en Congreso del PSOE (17 y 18 de junio), y es previsible que en estos 25 días haya maniobras y presiones que obstaculicen y rebajen sus expectativas hasta llevarle de nuevo al redil.

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Segundo, porque tiene explícitamente en contra al aparato actual e histórico del partido, como se ha visto y oído durante la campaña, y a todos los medios de la derecha, incluido 'El País', que hizo campaña por Díaz, arremetió contra Sánchez y hasta puso en duda el valor de las primarias. Y seguro que esas fuerzas vivas no querrán perder ni su fuerza ni su viveza.

Tercero, porque muchos de los cargos que contaban con la victoria de Díaz y apostaron fuerte por ella cargando duramente contra Sánchez estarán de los nervios temiendo represalias que les deje fuera de juego. A fin de cuentas, alguno se juega las lentejas.

Cuarto, porque entre esos cargos hay diputados del grupo parlamentario, y Sánchez ni es actualmente diputado ni tiene buenas relaciones con ellos. Previsiblemente, a quien nombre presidente de grupo no le facilitarán la tarea.

Quinto, porque habrá que ver cómo se resuelve la pelea para designar compromisarios para el Congreso de junio: una mayoría de compromisarios afines a Díaz (y al aparato histórico y mediático) podrían hacer pírrica la victoria de Sánchez.

Sexto, porque UP sin duda aprovechará para poner en un brete a Sánchez y al aparato saliente tantas veces como pueda para hacerse aún más visible.

Séptimo, porque, aun superando todos estos obstáculos, no parece Sánchez (como tampoco Díaz y López) quien sea capaz de recuperar la identidad que el PSOE perdió en el 1979 para ganar las elecciones. Dice Sánchez ser la izquierda, pero tendrá que demostrarlo con hechos y políticas, si es que quiere hacer creíble a un PSOE que, hoy por hoy, no lo es.

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