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Pedro Sánchez: ínfulas de lobo que acaba en manso cordero

De poco o nada sirve la incontinencia verbal, más allá del propósito de quedarse uno descansado, porque a posteriori tienes que rectificar y disculparte. Dicho de otro modo, irrumpes con ínfulas de lobo para quedarte luego en un manso cordero.

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Algo semejante le está pasando a Sánchez. En el debate electoral, cara a cara con Rajoy, salió a la palestra con arrojo y determinación. Y, pretendiendo sonrojar al presidente en funciones y debilitarle, mostró su dureza implacable y se desbocó.

Esta es un arma de doble filo. Y a tenor de la tónica que se avecina con las nuevas elecciones para el 26 de junio, en cuyo escenario todo parece indicar una nueva victoria para el PP, el secretario general del PSOE ha tenido que tragarse su orgullo, pedir disculpas a Rajoy y guardar en la trastienda su coherencia política.

Eso me lleva a reflexionar sobre las mutantes circunstancias en ese escenario. Porque el caso es que Sánchez, provisto de una amnesia repentina, ha borrado de su mente la corrupción del PP. Y de tildarle de "indecente" ha pasado ahora a encontrarle todas las gracias habidas y por haber.

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