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Otro día más de retenciones en la Ronda Litoral

Retenciones en la ronda Litoral por un accidente en noviembre del 2009.

Retenciones en la ronda Litoral por un accidente en noviembre del 2009. / DANNY CAMINAL

Javier Muñoz Luque

Ronda Litoral. Esperanza... Por qué no tenerla, siempre puede ser el primer día. Primer tramo, tranquilidad. Curva de entrada a la autopista, algo lenta pero bien. Aceleras, entras y cruzas tres carriles, hasta el tercero. Precaución, es de noche y las luces engañan en los retrovisores.

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Primer radar de 120, reduces con cuidado y pasas a 119 km/h. Aceleras, un par de kilómetros y vas frenando. Empieza la retención que durará hasta el nudo de la Trinitat por lo menos; lo pone en el luminoso. Vas a una media de 15 km/h pero, al menos, te mueves. Entras en el Nudo: un poco de buen ritmo. Esto promete... Un kilómetro más, y se acabó, primera parada. Y después, el eterno arranca-para-arranca-para... Hoy no va a ser el día. Arranca-para-sigue parado. ¿Qué pasa ahora? "En dos kilómetros, vehículo averiado", anuncia el luminoso. Sin comentarios, hoy tenemos extra.

Miras por la ventanilla izquierda. Los grafitis de la pared no han cambiado desde ayer; miras a la derecha, y la chica del otro carril se está pintando los ojos; miras por el retrovisor interior y el hombre de atrás se enciende un cigarrillo con cara de resignación; miras delante y la señora del Audi está mandando un whatsapp a su jefe avisándole de que no llegará a tiempo. Y piensas que parece como si todo se repitiera cada día, con diferentes actores y los mismos decorados.

Y empiezas a buscar matrículas curiosas, mientras te pasan seis motoristas por el lado, por ese carril prohibido e invisible que ellos consideran ley entre los dos legales. Entonces sale el listo de turno (siempre hay alguno de guardia) que centra su coche en la calzada para ponerles difícil el paso sin darse cuenta de que, como se caiga el motero, te lo llevas tú por delante tras el rebote. Sin darse cuenta de que si todos esos que se cuelan en equilibrio entre dos camiones se movieran en coche, ya no cabríamos en carretera alguna...

Y por fin se mueve la cola, ¡aleluya! Siguiente puente, faltan dos más antes de la salida al cementerio, la 13 de Montjuic. La radio pierde la señal en lo más interesante de una canción, y sigues... Pasas por el lado del joven y de su coche averiado; él apoyado en la pared del penúltimo puente y el coche sobre la línea del arcén, por llamarlo arcén.

Entonces llegan las prisas, todos los 'voyeurs' que se fascinan con los accidentes se acuerdan de que tienen un pedal de acelerador y salen a la carrera para llegar a fichar a su hora, desencantados por no haber podido ver algo de sangre en el asfalto, quizá mañana...

¡Ojo, radar de 80! Ahora que puedes correr, no puedes. Paciencia. ¡Y, por fin, tu salida! Intermitente, y a la derecha, una hora después de salir de casa. Ahora solo queda encontrar aparcamiento y rezar para que mañana no te encuentres con averías o accidentes... ¡Siempre puede haber un primer día!

Y sonríes mientras te viene a la cabeza la letra de aquella canción: "que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan pena, que se acaba por llorar..."

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