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La opresión de las leyes

La manifestación independentista, en el cruce de Aragó con Bailén, esta Diada.

La manifestación independentista, en el cruce de Aragó con Bailén, esta Diada. / DANNY CAMINAL

A lo largo y ancho de la historia de nuestro mundo, el ser humano ha demostrado seria incapacidad para diluir el significado entre el bien y el mal.

Para paliar esta falta de "consenso" interno, creamos un sistema legal que permitiera plasmar este bien y este mal con el fin de poder establecer una guía al uso:

1- 6.800.00 mujeres pudieron elegir por primera vez a sus representantes en España el 19 de noviembre de 1933 . El día 18 estaba mal, el día 19 ya no. Volvió a estar mal hasta 1976 y en 1977 de nuevo estaba bien.

2- El matrimonio entre personas del mismo sexo en España es legal desde el 3 de julio del 2005. El día 2, mal, el día 3 ya bien.

Todo ello define y diferencia el bien del mal. Lo permitido de lo prohibido y en consecuencia, lo que será perseguido por las fuerzas del orden. Leyes que marcan la trayectoria de lo que uno debe ser, sin tenerlo en cuenta a uno. Que aíslan del bien a quienes el día 2 aman a un ente del mismo sexo, o pretenden dar su voto en el año equivocado.Señores, pulsemos el botón de pausa. Los errantes que deja la ley se cuentan por millones. Todas las leyes asumen un absoluto totalitarismo asfixiante que no permite más medio que la revolución para considerar su posible cambio, que a su vez, seguirá excluyendo a otros hasta que su revolución llegue a ser escrita.  Excluyentes, totalitaristas, revolucionarios, sometidos o ilegales, perseguidos o persecutores... esto es en lo que nos convierte la Ley. En buenos y en malos irremediablemente. Depende del día. 

Señores, llegados a este punto donde debemos odiarnos obligatoriamente de por vida con los contrarios, surgen un par de preguntas y una conclusión: ¿Por qué debo obligatoriamente ser un revolucionario y debo estar perseguido para optar a que una ley me acoja en su marco? ¿Por qué debo perseguir, acusar, discriminar y odiar a los que la ley no tiene en cuenta? Señores, todos; no nos usen, ni en su favor ni en su contra, ni en sus políticas divisorias, ni en sus marchas como escudo humano, ni en defensa de sus razones legales, ni siquiera para militar por su concepto del bien y el mal. Al capricho de leyes obsoletas, no pueden pintarnos a todos, rojigualdos con más o menos rayas y pretender que nos persigamos los unos a los otros ad eternum, hasta desempatar, vencer o morir en el intento. Y, ¿esto está bien? ¿Quiénes son los equivocados?

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