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La odisea de un invidente en el aeropuerto de El Prat

Despegue de un avión y trajín de pasajeros en el aeropuerto de El Prat, el pasado verano.

Despegue de un avión y trajín de pasajeros en el aeropuerto de El Prat, el pasado verano. / ARCHIVO / ALBERT BERTRAN

Al entrar por la puerta de salidas del aeropuerto de El Prat, primero te asalta un letrero diciendote que no hay barreras para los discapacitados, incorrecto las hay y muchas.

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Pedimos saltarnos la cola para facturar y preguntamos si podemos acceder los primeros. Nos dicen de malas ganas que tenemos que ir a la zona de entrada para discapacitados. Esto supone recorrer la sala del aeropuerto de punta a punta con los obstáculos que eso supone: pasajeros que están mas ciegos que yo (que soy invidente), maletas por medio y auxiliares que no se percatan de la situación y no realizan bien su trabajo.

Llegados al punto de pasar el control, la seguridad deja mucho que desear en este punto. No son son conscientes de que un ciego con acompañante no puede ir tan deprisa como ellos pretenden. No te ayudan para nada y todo son prisas. Estas son las barreras que para ellos no existen. Pasado este calvario, llega el momento de dirijirnos a la puerta de embarque y solicitamos la ayuda de un auxiliar. Esperamos 25 minutos contados y dicha ayuda no se presenta, decidimos ir nosotros mismos cargados de maletas, con una persona ciega, hasta el punto de embarque. 

Llegada la hora de embarque, los niños y personas discapacitadas, se supone que tenemos prioridad en el embarque. Otra mentira, tiene prioridad los pasajeros VIP y familiares o amigos de la compañía. Vergonzoso. Subimos a bordo y otra odisea, que queda para otro día. Sin barreras.

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