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Netflix, mentiras y cintas de vídeo

Asistentes al preestreno de ’Star Wars: Los últimos Jedi’, en el cine Phenomena de Barcelona.

Asistentes al preestreno de ’Star Wars: Los últimos Jedi’, en el cine Phenomena de Barcelona. / FERRAN SENDRA

En los años ochenta era imposible convencer a alguien de que la televisión por cable tenía futuro. Aunque el tiempo desveló los argumentos de estos sabios respecto a la televisión, los mismos procedieron a negar el futuro del cine en soporte digital. Ni la llegada de la tecnología 2K a principios del año 2000 fue suficiente ante los argumentos de los que aseguraban que el cine siempre seguiría en celuloide, desanimando las inversiones en lo que pasó de un posible futuro a la lógica realidad. Durante décadas, la arrogante ignorancia de los sabios abrió el espacio a unos pocos espabilados para ser pioneros  y ganar millones precisamente con lo negado.

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Para los que participamos en la implantación de la tecnología digital en cinematografía ni una nube con contenidos almacenados, ni el modo de acceso con clave de los cines era nada de otro mundo. El hecho de que con una clave cualquiera pueda tener acceso a unos contenidos y que al espectador se le pueda vender, en vez de una entrada de cine, la clave para ver una película en casa, también era algo obvio, pero igualmente negado por los sabios, porque "ver una película en casa no es lo mismo".

La inexplicable y agresiva autoridad de los sabios en este caso concreto diluyó el interés de los potenciales inversores del proyecto de distribución cinematográfica a través de una plataforma digital que sirviera a los cines y a los espectadores a la vez. El proyecto se canceló con la etiqueta 'sin futuro', dejando el vacío a Netflix para hacerse con cientos de millones de clientes.

Pero, en todo esto, lo preocupante es que el futuro nunca fue vaticinado por los expertos, sino por los sabios sin razón y los espabilados. 

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