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Es necesario invertir en educación de calidad

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Quisiera empezar el artículo indicando que hay que recordar a los gobiernos su compromiso de invertir más en Educación para hacer real y efectivo el derecho a una educación de calidad, ya que si la educación es la verdadera revolución y la que forma y desarrolla globalmente a las personas y las hace más libres, es necesario que protejamos y aumentemos su financiación. Es más, los gobiernos deben comprometerse, no solo moralmente sino por ley, a financiar totalmente el derecho a la educación en todos sus aspectos.

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Pero no podemos resistirnos cuando Naciones Unidas nos recuerda que sigue habiendo 124 millones de jóvenes sin escolarizar en el mundo y que el 84% se concentran en el África Subsahariana y Asia, zonas del planeta especialmente sacudidas, además, por la pobreza extrema y la inhabitabilidad climatológica. En este entorno mundial, 196 países firmaron en septiembre pasado, en Nueva York, la Agenda 2030 desde la que se gestionarán los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio climático. Objetivos del Milenio que debían haberse alcanzado en el 2015. Centrándonos en el cuarto, que concierne de manera especial al mundo de la enseñanza, su intención es garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y todas. Un reto de proporciones importantes: asegurar que todas las niñas y niños completen de forma gratuita su educación primaria y secundaria desde hoy y hasta 2030.

Conseguir este objetivo significa comenzar por derribar los tabúes culturales que en muchos países aún impiden el acceso igualitario a la formación. Significa también empoderar la enseñanza pública en aquellos lugares donde el mercado ya se ha enseñoreado como victorioso. Significa, por último, eliminar las disparidades de género e ingresos con el fin de lograr el acceso universal a una educación superior de calidad. De ahí que debamos trabajar por la educación. Porque es un elemento de protección de primer orden para la vida humana, aquí, en Pakistán y en Orlando. Con más educación se reduce la pobreza -al facilitar más oportunidades-, se mejora la salud -al aprender sobre nutrición e higiene- y se promueve el desarrollo sostenible -al concienciar de la finitud de nuestros recursos naturales. Con mejor educación se construye una ciudadanía más igualitaria, crítica y libre. Para conseguir que esos 124 millones de jóvenes puedan educarse será necesario actuar en distintos puntos: creando escuelas e institutos, formando docentes motivados y bien remunerados, facilitando material escolar adecuado y estableciendo políticas educativas que garanticen el derecho universal a la educación.

España no es precisamente un buen ejemplo para mostrar al mundo, y menos tras los cuatro últimos años de gobierno del PP. Las políticas de recortes han rebajado la inversión educativa hasta el 4,1% del PIB y amenazan con dejarlo en el 3,7% (en el 2011 se invertía un 4,86 del PIB); han reducido el empleo docente y han erosionado la equidad, la igualdad de oportunidades y debilitado el derecho a la educación.

La calidad y equidad de nuestro sistema educativo se está resintiendo de manera negativa ya que por falta de dinero no se han puesto en marcha muchos programas de innovación o compensación educativa. Además se han perdido muchos puestos de trabajo porque muchos de estos programas han desaparecido. ¿Realmente les importa la educación a nuestros políticos?

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