De los papeles de Panamá a Osman

Vivimos en un mundo tan dispar y de contrastes que asusta por momentos. Mientras unos pretenden ganarse de nuevo el voto ante el electorado popular, sea el suyo o el del vecino. Mientras los papeles de aquella lejana Panamá se han convertido de manera literal y sin dudas en la caja de pandora, salpicando a diestro y siniestro a testaferros, despistados famosos e incrédulos patriotas de lo económico. Mientras la tierra gira y los coches siguen pasando por la Gran Vía aparecen casos que a un servidor le hacen apretar el botón de stop, mirar a un lado, a otro y suspirar profundamente, esbozando una ligera sonrisa y un más que sentido alivio.

Su nombre, Osman. Su pecado, haber nacido en el lugar equivocado. Su enfermedad, un añadido al pedregoso camino que le ha tocado vivir. Su padre, una de las últimas personas a las que he visto realmente agradecido. Tanto, que sin coincidir en el idioma de sus “ángeles salvadores” ha llegado a entenderse a la perfección.

Un caso aislado de refugiados que, personificándose en cuerpo y alma ha conseguido que este quien escribe apriete el botón de stop de este mundo tan dispar, tan de contrastes y suspire algo más aliviado.