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Los albergues sociales de Barcelona, colapsados como siempre

Una indigente en la calle Fontanella de Barcelona.

Una indigente en la calle Fontanella de Barcelona. / ALBERT BERTRAN

Año tras año, los mismos errores, ¿o quizás es así como quieren que funcione el sistema sus dirigentes?

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Cada año más personas solicitando plazas en los albergues, ya de por si colapsados. La privatización de los Servicios Sociales hace cada día más ricos a políticos, empresarios y dirigentes y deja en la calle a más personas desprotegidas. No hay inserción social para indigentes ni sin techo, los verdaderos necesitados;  solo hay inserción social para sus empleados técnicos o profesionales, educadores sociales, funcionarios, personal de catering, trabajadoras de la limpieza y personal de seguridad. Estos son los que verdaderamente están siendo "insertados", la mayoría de ellos en riesgo de exclusión social si pierden sus empleos.

Hay una guerra para repartirse las tajadas del "pastel" de la miseria y pobreza entre las entidades afines a la Iglesia y las del sector privado, de esta forma todos ganan. El Ayuntamiento abarata los precios de las licitaciones  y todos se benefician menos los "usuarios", que suelen recibir solo las migajas del pastel. Podría obligarse a los bancos a permitir el uso de pisos vacíos mientras no se venden y así, permitir a través del "Housing First", que gran parte de los indigentes y sin techo abandonen las calles.

Ada Colau, Laia Ortiz y Ricardo Fernéndez, la 'cúpula' de los 'drets socials' en el Ayuntamiento, mira hacia otro lado. No paran de organizar y participar en "charlas y simposios" pero de sacar a la gente de la calle nada de nada. Las promesas de soluciones urgentes se han quedado en eso, promesas incumplida. El dinero se pierde por el camino y ellos invierten cada vez más en "empresas" privadas afines a la matriz del propio ayuntamiento y solo con el fin de enriquecerse a costa de la pobreza y la miseria de la calle.

Al final llego a la conclusión que "hacemos" falta que estemos casi 1.500 "personas" en la calle para realizar una labor social no hacia nosotros mismos, pero sí para los que viven de nosotros y actuamos como un mensaje vivo hacia la sociedad: "No te quejes de lo poco que cobras o de las infames ayudas porque este colectivo está peor que tú".

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