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PP y Podemos: líderes y militantes

Mariano Rajoy saluda a los asistentes al acto de clausura del congreso del PP, este domingo.

Mariano Rajoy saluda a los asistentes al acto de clausura del congreso del PP, este domingo. / EFE / FERNANDO VILLAR

Hemos presenciado atónitos los congresos de PP y Podemos, resérvense para el del PSOE si se han quedado con ganas de más. Antes de empezar, en el XVIII Congreso del PP parecía que la única disyuntiva que se iba a dar en las filas conservadoras era la decisión de aclarar si en el logo del partido hay una gaviota o un charrán junto con el posible malestar de algún sector que cargó duramente contra la acumulación de poder de Cospedal, la ministra-secretaria general-presidenta del PP manchego. Y en las filas moradas la expectación se centraba en la posibilidad de declarar vencidos y vencedores entre pablistas y errejonistas. Por si acaso les recuerdo el resultado: en el PP no se mueve ni Javier Arenas (incombustible al paso de los años y los lideres), y en Podemos victoria clara de Iglesias que debilita a Errejón y a la transversalidad del proyecto político.

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Ahora bien, en Vistalegre mientras cada gesto, palabra, mirada o abrazo entre los dos líderes era observado con lupa, el público presente clamaba al grito de unidad (el más repetido en toda la jornada). Y es que las bases reclamaron justamente eso: unidad y poner fin a la disputa que había resquebrajado el partido, que de nueva-política bien poco tiene, y si en cambio de política-casposa.

En cambio, a escasos kilómetros de Vistalegre, la ejecutiva del PP cerraba filas en torno a si misma, con un sistema de votación de lo más propio del siglo XXI y la era digital: nada menos que unas cartulinas y voto a mano alzada. Sistema de voto por cierto que nos permitió descubrir unos grandes profesionales, los contadores de votos. Tan eficaces y audaces, que en pocos minutos contaban votos a favor y en contra, y establecieron que la moción anti-Cospedal no prosperaba por la ajustada diferencia de 25 votos, si 25 cartulinas exactas. Nada sospechoso y nada comprensible el enfado de algún sector de las bases del PP que acusaron de 'pucherazo' en la votación.

En resumen, que en un partido las bases piden unidad y estabilidad mientras sus líderes pugnan a cara descubierta, y en el otro su ejecutiva está tan unida y estable que las bases empiezan a estar hartas de siempre las mismas caras. Parece pues que los militantes están equivocados de afiliación o bien los líderes no están en el partido que deberían. ¿Por qué no cambiarse por unos días? Siempre pensé que a Mariano le favorece el morado.

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