Las relaciones entre Sánchez e Iglesias

Pedro Sánchez, en el Congreso, tras su breve entrevista con Rajoy. / JOSÉ LUIS ROCA

Imaginemos que yo soy carpintero y he de hacer con mi amigo, que también es carpintero, un mueble que nos han encargado para el viernes. Pero pasa el tiempo y viene el cliente y me dice: ¿Qué hay de mi mesa? Y yo le digo, mira es que mi colega de trabajo es una persona en la que no se puede confiar y todavía no hemos empezado a fabricarla; estoy dolido. Entonces va el cliente al otro y le pregunta: ¿Qué hay de mi mesa? Y responde así: mira es que es un maleducado mi compañero de trabajo, me llamó miserable el otro dia, por tanto no hemos empezado a fabricarla, me sentó muy mal. Y el cliente dice: ¿Y a mí qué me importa lo que penséis el uno del otro? Si ambos sabéis cómo hacerla, coincidís en gustos y  tenéis las herramientas, ¿qué me importan vuestras relacciones personales? ¡Queréis fabricar la maldita mesa de una vez! Bueno, pues, en política lo mismo ocurre con lo que piense Pedro Sánchez de Pablo Iglesias y viceversa, los sentimientos hay que dejarlos a un lado cuando hay que trabajar, ahí se ve la profesionalidad. Nos hemos acostumbrado en television a tratar más de los sentimientos de los políticos con respecto a otros que a discutir cuestiones que de verdad nos interesan. Dejad de hablar de vosotros mismos y trabajad.