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La experiencia laboral, una moneda devaluada

Oficina del Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC) en Barcelona.

Oficina del Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC) en Barcelona. / RICARD CUGAT

Los que ya hemos pasado con creces de los 50 y estamos condenados a la cadena perpetua del paro, además de reos de la exclusión cimentada por la devastadora reforma laboral, somos espectadores en primera fila y títeres al mismo tiempo, de una parodia que a muchos se nos atraganta. 

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Nadie pone en duda que es beneficioso reciclarse intelectualmente, y yo, particularmente, admiro a cuantos han tenido y tienen la capacidad de compaginar trabajo y formación. Pero no van por ahí los tiros, ni muchísimo menos. 

Hemos sido tratados como proscritos en este éxodo conocido como mercado laboral, y para congelar nuestra desesperación e impedir que nos durmamos en los laureles, que mejor momento que este para mandarnos otra vez a la escuela. 

En este escenario tétrico en el que se encuentra nuestro colectivo, el derrotismo es inapelable cuando como tú, en esas pruebas de selección para cursos de formación para el empleo, hay muchas otras personas en tu misma situación que optan a un pupitre y una silla.

Después de la limpieza de fondos que han hecho muchas empresas al amparo de una reforma diseñada entre otras cosas para nuestro exilio, la experiencia, responsabilidad y conocimientos son monedas devaluadas. Por eso los que nos han mutilado, aseguran que debemos estudiar por si hubiese una  mínima posibilidad de que una empresa pudiera contratarnos.

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