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La investidura y uno oso llamado Waldo

Carles Puigdemont en una imagen reciente.

Carles Puigdemont en una imagen reciente. / ACN

Black Mirror  es de esas series para las que necesitas una hora para ver el capítulo correspondiente y otras cuantas para reflexionar. En uno de sus extraños, pero fantásticos capítulos, un oso de dibujos animados llamado Waldo causa simpatía entre los ciudadanos de un pueblo del Reino Unido por sus incisivas intervenciones en un programa de entrevistas a políticos y sus discursos, que se acabaron haciendo virales en Youtube. Es tal la simpatía, que el productor del programa de televisión sugiere, en broma, que el oso Waldo se presente a las elecciones.

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El humorista que pone voz al oso, en un principio, se negaba a ese hipotético aterrizaje en la política. Sin embargo, las encuestas previas a los comicios sitúan al oso Waldo por encima de los Lib-Dem [Liberales-Demócratas] y la campaña de la candidata laborista, Gwendolyn Harris (Chloe Pirrie), empieza a fallar. La extrema popularidad del oso le abocan a presentarse oficialmente a las elecciones. Dichas elecciones se celebran y, sorpresa, el oso Waldo consigue quedar en segundo lugar, solo por detrás del candidato conservador, y por encima de la candidata laborista

Mucho se ha escrito sobre el trasfondo reflexivo de este capítulo: desafección de la gente con la política, crisis de la democracia representativa, ruptura del paradigma o pacto gobernantes-gobernados, el populismo... Incluso, se le ha relacionado con el Brexit y la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump

No obstante, hay algo aplicable a la realidad catalana: el candidato virtual, el candidato 2.0 con un apoyo importante. Un candidato que solo existe a través del plasma -qué cosas- desde que el 29 de octubre, el que fuera president de la Generalitat iniciase su periplo hacia Bruselas. 

Desde entonces, Puigdemont ha seguido los métodos de Waldo: mítines a través de redes sociales Youtube, Skype, Twitter, entrevistas en televisión... Es curioso: el exalcalde de Girona utiliza para no ser pulverizado de la primera línea política y mediática, las mismas plataformas que causaron que él no convocase elecciones gracias a los de las 155 monedas de plata y a los que le acusaban de traidor y judas. 

Pese a los buenos consejos del oso al candidato de JxCAT, el Waldo catalán está enfadado con el británico: no le enseñó cómo ser investido telemáticamente. Cuanto le hubiese gustado a Puigdemont una segunda parte de este capítulo o unas cuantas escenas más que le guiasen en su camino de ser investido a distancia. 

Puigdemont quiere ser Waldo. Puigdemont quiere ser un oso. Todo empezó recuerden con una broma.  La política da miedo.

 

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