Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

La inteligencia está en permanecer en el ecosistema de forma sostenible

La contaminación ambiental es uno de los aspectos de la problemática ambiental española.

La contaminación ambiental es uno de los aspectos de la problemática ambiental española. / ROBERT ATANASOVSKI / AFP

Con motivo de la próxima convención del cambio climático llega la cita anual de rendir cuentas como especie y preguntarnos cuál es nuestro papel aquí en la Tierra del llamado Homo Sapiens Sapiens. Repetido,  "sabio, sabio",  lo que pudiera tratarse un indicio de lo que en psicología se denomina como formación reactiva, un mecanismo de defensa que consiste en presumir de lo que se carece.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Porque más apropiado sería Homo Ambitio (del latín ambición),  porque la inteligencia de la que presumimos es una herramienta al servicio de esta segunda fuerza que hasta ahora ha demostrado ser la más dominante.  La semana pasada leía que el Ministerio del Interior añadió al Centro Nacional de Protección de las Infraestructuras Críticas (CNPIC) 93 estructuras básicas que el Estado considera críticas porque son responsables de abastecernos en los bienes básicos: asegurar que se enciende la luz cuando accionamos el interruptor o que sale agua del grifo.

Me parece una gran idea, pero si nos abstraemos, veremos que todas ellas a su vez dependen de otro proveedor, el clima. Como decía al principio, nos consideramos la especie más inteligente del planeta. Todos hemos visto ponerse mala una manzana hasta que se seca por culpa del moho. Moho es el nombre que se emplea para referirnos a una acumulación de hongos. El moho se podría llamar vulgarmente una sociedad de hongos. La 'sociedad del hongo' surge cuando se dan las condiciones propicias, sus individuos se reproducen exponencialmente y, una vez invaden toda la pieza, al quedarse sin alimento, mueren. Todos los días, cuando tiramos una fruta asistimos al fin de una pequeña civilización de microorganismos.

Sin embargo, no podemos cargar la culpa de su propia extinción a esta voraz sociedad. Esta diminuta especie no tiene universidades, no ha estudiado geometría ni geología, ni siquiera sabe de ciencias económicas, o astrología, y no sabe ni la forma que tiene una manzana, si esta es esférica o es plana, si gira sobre sí misma o alrededor del frutero. No saben que la manzana en la que habitan es redonda y finita.

Tenemos inteligencia local, pero no global: en términos macroscópicos, actuamos como una especie sin cerebro. Es una lástima, porque si un tercer observador viera la Tierra al mismo tamaño que una fruta, para nuestra deshonra, todos nuestros inventos y avances serían inútiles. El observador no distinguiría la diferencia entre una manzana fagocitada por hongos y la tierra para nosotros.

La verdadera inteligencia no es solamente inventar un móvil de última generación, es permanecer en el ecosistema de forma sostenible, es ganar la lucha contra la naturaleza, que como a los organismos sin predadores, que nos empuja a fagocitar nuestro planeta. Nosotros mismos debemos parar nuestros pies, ese es el único culmen posible de la inteligencia humana.

Participaciones de loslectores

Másdebates