La industria cultural no puede remontar si es considerada como un lujo

Han pasado ya más de tres años del aumento del IVA cultural del 8% al 21%. Con esta medida hemos visto como los ingresos generales de la industria cultural se han venido abajo. Los aficionados a la cultura hemos visto como mantenernos al día con nuestra afición nos hacía más daño a la cartera, y los conciertos, por ejemplo, se volvían más escasos y más concentrados en las capitales, olvidando en la mayoría de casos el resto de la geografía.

De poco sirven los grandes conciertos o los festivales si el problema se encuentra firmemente integrado en el propio sistema y se considera a la industria cultural como un lujo, sin tener en cuenta la gran cantidad de profesionales que dependen de ella, que, a su turno, repercute en una menor recaudación de la Seguridad Social, además de dificultar su acceso a la mayor parte de la población, casi imposibilitando el correcto intercambio de ideas creativas.

Aunque las propuestas de algunos partidos son mejores que otras, está claro que la industria cultural no destaca por ser la prioridad de la mayoría, cosa en parte comprensible en un país que ya suficiente trabajo tiene en mantener a flote la educación y la sanidad, pero espero que lo tengan en cuenta en la próxima legislatura.