Incrédulo y perplejo

Incrédulo y perplejo he visto cómo algunas relevantes figuras política de anteriores etapas socialistas (Joaquín Leguina, Cristina Alberdi, José Luis Corcuera, Alfonso Guerra, Felipe González), en padecimiento de una variable de síndrome de Estocolmo, se han prodigado asiduamente en los medios disparando a siniestra de tal modo que resultaba tarea complicada distinguirles por sus ideas del resto de contertulios nativos de esas cadenas, algunas de ellas PPfilas.

En una suerte de nostalgia que me ha recordado la película ‘El puente sobre el rio Kwai’ no han sabido diferenciar a sus enemigos de sus aliados, o tal vez haya sido el miedo a caer por el fuego amigo lo que les haya perturbado la capacidad distintiva del auténtico peligro.

Pues bien, señores nostálgicos, este 26-J acaban de cobrar el fruto de sus siembras dejando a millones de honestos ciudadanos expuestos otra vez a un gobierno de intereses particulares y de amiguismos antisociales.

Lo único positivo que se me ocurre es enunciar el tópico de que esto lo arregla el tiempo. Sí, en los próximos 10-20 años esa generación habrá de obedecer la ineludible ley de vida y, en su merma, dejar paso a nuevas gentes y diferentes políticas.

 Algunos puede que no lo veamos.