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Se han perdido 10.000 niños refugiados, ¿y? Todas las alarmas mundiales deberían dispararse y poner en funcionamiento la totalidad de dispositivos de los que disponemos para atajar esta ola de secuestros en lo que llamamos primer mundo. Las noticias sobre estos pequeños héroes que mueren en el mar, en las ciudades en guerra, en los países minados por la hambruna, en los hospitales sin recursos y, ahora, desparecidos en manos de organizaciones de explotación sexual en una Europa que proclama su libertad y bienestar a los cuatro vientos, hacen que me cuestione la capacidad o, mejor dicho, la voluntad real de nuestros dirigentes.
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Proclamamos los derechos de la infancia y seguimos permitiendo el uso de armas en los países en conflicto, es más, se las fabricamos y se las vendemos; continuamos fomentando la precariedad de los territorios menos favorecidos, los dejamos a su suerte cuando intentan refugiarse en lo que creen un lugar seguro y justo.
¿No será que importan más los beneficios económicos que los de las personas? Por favor, hagamos un mundo más humano y protejamos a los niños, pues solo así conseguiremos el futuro que todos y cada uno de nosotros merecemos. Si no es así, nuestro papel en el planeta ya no tendrá sentido alguno.