"Guarda mi sonrisa, porque fue tuya y se fue contigo"

No puedes saberlo, pero tampoco yo sé cómo explicarte por qué no te cojo el teléfono si muero de ganas. No sé cómo explicarte que me faltan fuerzas y me sobra miedo.

Que no sabría fingir que todo me va bien, pero cómo decirte tampoco que mi ánimo depende directamente de ti. Que esa es la realidad, pero lo último que quiero que sepas.

Que temo quedarme sin palabras cuando escuche de nuevo tu voz, tímida y pausada por naturaleza, y temblorosa a ratos. Y así, sin saber que decir, se me escape un suspiro.

Que mi garganta no soporta ya más nudos. Que te escucharé sentado porque me fallaran las piernas. Que las lágrimas son mudas pero se delatan entre los labios.

Que quedé varado en las antípodas de la felicidad, embriagado por el desasosiego y exiliado de razón alguna. Deseando querer olvidar para aliviar mi pena. Pero no pude. Mientras, la esperanza ausente.

Y es que no puedes saber que sólo pretendo alejarme de aquel techo que levantamos sobre un estanque de dudas, bajo el que depositamos nuestras ilusiones y sellamos con un último beso que nunca nos dimos. Tal vez así consiga evitar más sufrimiento. A los dos. A mí porque el dolor sólo me permite escribir. A ti, porque conocí tu dicha y nunca más quiero que se vaya de tu vera, que sea tu escudera, tu fiel compañera.

Guarda mi sonrisa. Cuida de ella. Porque fue tuya y contigo se fue. Quizás algún día te la pida, y aunque para entonces haya perdido brillo, vuelva a iluminar mi cara. Quién sabe. Yo te prometo que haré lo mismo con los besos y caricias que enmarcaste con deseo en mi piel.

Estaremos bien, créeme. Al menos con el tiempo. Hasta entonces seguiremos echándonos de menos.