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Fidel Castro: Contigo me voy, mi santo, aunque me cueste morir

José María Aznar junto a Fidel Castro.

José María Aznar junto a Fidel Castro. / AFP / CHRISTOPHE SIMON

Decenas de veces estuviste a punto de perder la vida, unas veces por atentados frustrados en el último momento -cambiabas de estancia todos los días-, y otras veces, por intentos de envenenamiento, yo mismo doy fe de conocer al individuo que te cambió el plato que contenía veneno una de las veces que estabas detenido, y que te salvo la vida. Al final ha sido la naturaleza, con su ley de vida, quien se te ha llevado.

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Quitaste al dictador Batista y trajiste al pueblo cubano la peculiar libertad de tu sublime egocentrismo, escuchándote a ti mismo durante horas en tus interminables discursos ante un sumiso pueblo. Tu protección al pueblo de amenazas, tanto externas como internas, se convirtió simplemente en otra dictadura, con una excepción, el trato preferencial a los niños; los alimentos y los colegios nunca les han faltado, existen más graduados en medicina que en muchos otros países en relación al número de habitantes.

De todas las antiguas colonias, Cuba es la más española. Pese a la escasez en productos de primera necesidad, el pueblo no pierde su alegría y su sentido del humor. Los ingleses han sembrado este mundo de bastardos, por el contrario, los españoles siempre le han dado sus apellidos a los hijos que tuvieron. Una isla con las mujeres más guapas y de cuerpos esculturales, que al andar parece que cantan con su cimbreo, forman parte del espectacular paisaje.

El regocijo de los exiliados de Miami es una verdadera fiesta. Allí se encuentra el antiguo dueño de una inmensa plantación de cañas de azúcar que, cuando su hijo le sugirió que les subiera el sueldo a los peones, le contestó que aquellos desgraciados no se merecían lo que se comían. Hoy en día está en la calle con un carrito vendiendo helados... Contigo me voy, mi santo, aunque me cueste morir.

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