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A la UE se les ha escapado de las manos un ensayo; han llevado a la ciudadanía griega más allá del límite y les ha explotado una Syriza sin poder evitarlo. La reacción en cadena ya no es un riesgo, es una realidad; en pocas horas de Atenas ha pasado a Sevilla y el tic tac de Podemos lo oímos ya en Madrid. Hoy en el Atlántico norte se dice que Irlanda no es Grecia, Guindos reitera esta misma frase para España que en Lisboa también repiten, y lo hacen todos ellos por miedo al contagio y a que una nueva primavera se expanda por Europa. En estas próximas generales se demostrará hasta qué punto somos europeos, porque el futuro no está en Madrid ni Albacete, nuestro próximo Parlamento se decidirá en Berlín, Bruselas y Atenas. Populistas contra Populares, un pulso que marcará nuestro destino y tal vez el de Europa entera. Sin embargo ni Syriza ni Podemos han inventado nada, ya durante la última república en la antigua Roma aparecieron los 'factio popularium' (Partido de los del Pueblo), que utilizando asambleas populares también se oponían a los de la casta de entonces, la historia se repite. Que los populares españoles se vistan con sondeos de color de rosa no les garantiza el éxito electoral en unos comicios que de antemano tienen perdidos a no ser que Alexis Tsipras pierda los papeles o que la troika hunda a Grecia en la miseria. ¿Syriza podrá cumplir todos sus compromisos? Es evidente que no, pero desde que empezó la crisis es la primera vez que un peón de negras tiene la osadía de hacer jaque al rey.