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Europa, una gran contradicción

La francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders

La francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders / REUTERS / FRANÇOIS LENOIR

Europa, el continente democrático por excelencia (autodenominado como tal), se halla vacilante y sin voluntad alguna de afrontar la crisis de ideales y principios que hoy sufre. El anhelo de zanjar pugnas bélicas y unir pueblos construyó una Europa hoy deteriorada y fracturada que descuida sus valores democráticos. 

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Europa alardea de ser un proyecto internacionalista, democrático y unionista, pero se ha desdibujado por movimientos de ultraderecha que se imponen a pasos agigantados. Hoy tenemos una Unión Europea débil que olvida aquello que le dio vida. La creciente emergencia de partidos de ultraderecha desestructura el continente y da fuerza a los discursos euroescépticos y xenófobos. ¿Ese es el camino de Europa? 

Incapaz de cumplir con la solidaridad humana, Europa alza barreras y corta el paso a personas que huyen, cierra fronteras, renuncia a la obligación de dar visados humanitarios a los refugiados o deniega el derecho a asilo. Como telón de fondo, una humanidad en crisis que no se enfrenta a los titiriteros que mueven los hilos de los gobernantes.

Si queremos que Europa siga por este camino, mantengámonos ciegos y pasivos. Si no, deberíamos luchar por cambiarlo.

 

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