Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

El entorno como reflejo del propio ser

¿Qué le sucedería al mundo si cada ser humano entendiera su entorno como un reflejo de su ser? Esta pregunta puede formularse cada vez que encendemos la televisión, cuando oímos refunfuñar a alguien por el resultado de las nuevas elecciones, incluso cada vez que una joven dice sentirse fea mostrando imágenes en Instagram de una muchacha bien dotada en aguas de Bali.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Como una neblina que se extiende por un llano, resuenan notas de infelicidad en el vivir. Algo parecido a la insatisfacción perpetua de los días de todos, que lucha por mantenerse en pie en medio de la felicidad latente. Un resonar de angustias casi imperceptibles que impiden el estado de gloria, que dudo que el humano haya encontrado jamás. Por eso planteo la cuestión del entorno como reflejo del propio ser.

Diversas teorías hacen explícito el vivir según lo generado por nosotros mismos. Pero ¿qué sucedería si el mundo actuase en consecuencia, según su responsabilidad, ante la realidad? A saber, pues si en algo es especialista el ser humano es en culpar a los demás. Y nos quejamos de que nos sirven el café demasiado frío, y de que Trump empiece a hacer de las suyas y de que existe el asesinato en un supuesto mundo injusto.

Hagamos algunas consideraciones sobre la singularidad de nuestras vidas. Si usted se dirige a la versión ‘on line’ de la Real Academia Española, quizá se sorprenda como yo al ver que la primera opción que aparece en Google, imagino que por ser la palabra más buscada, es "cagar". Pero bien, no venía a ser este mi propósito. Si busca la palabra "valorar", el segundo significado hace referencia al reconocimiento, la estima y el aprecio por alguien o algo, así que me atrevo a relacionar "el amar" con el valor, y el valor con la dedicación de tiempo que otorgamos a aquello que amamos. Únicamente debemos considerar el valor que damos a lo que decimos amar, y el tiempo que cada ser dedica a lo amado. Haciendo esta pequeña reflexión, quizá nuestro entorno pudiera cambiar, junto con nuestros días, que podrían tornarse satisfactorios.

De este modo, cabría la posibilidad que nuestro interés cruzara la frontera de la evacuación del vientre, para que en nuestro poder estén las riendas de nuestra vida y solamente nos enervemos por encontrarnos cerca de la perfección sin poseerla. Y que el vecino viva tranquilo su vida; que pida de nuevo el café más caliente, se lo harán, y que no se sulfure con el nuevo presidente. Todo ese tiempo que dedica en conversaciones sobre alguien elegido por mayoría, si le produce malestar, lo está restando de quién merece, tiempo, es decir, valor

Participaciones de loslectores

Másdebates