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La encrucijada de Artur Mas

Muchos de los que somos votantes de la CUP le expresamos a Mas,   Ortega y Rigau la más completa solidaridad por haber convocado y   organizado el 9-N. Ese día fuimos felices y el abrazo de David con Mas   fue nuestra más contundente decisión para una existencia digna entre   todos. De aquel primer afecto pasamos a este otro al saber de su   imputación por el Estado español: le proponemos que venga a nuestra   casa, a la casa de todos los que deseamos una ruptura con el opresivo orden establecido.

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Seguramente no estaremos solos. Es muy posible que allí haya mucha   gente de Convergència, de Esquerra, de Sí que es Pot, Socialistas, del   PP, de Ciutadans y de todos los que hemos luchado juntos por nuestros   más determinantes derechos humanos. Ya no será la casa de la CUP, sino   la casa de la ley del 99% de votantes por la vida, una casa que cada   vez más va adquiriendo mayor peso en las luchas contra el sistema capitalista que nos denigra y nos aplasta a todos. Por supuesto que   allí no buscarán a Mas sus perseguidores o, al menos, de allí no lo   podrán sacar ni con armas de destrucción masiva. Allí estaremos   conversando a partir de una máxima de Rousseau: que ningún ciudadano   sea tan rico como para poder comprar a otro y que no sea tan pobre   como para verse forzado a venderse.

Así, conversaremos sobre la independencia, sobre la UE, sobre el   euro, sobre la OTAN, sobre el TTIP, sobre la crisis migratoria por   atroces guerras y saqueos neocoloniales que conmueven al planeta y,   ejerciéndola, sobre la legalidad para alcanzar la plena soberanía de   Catalunya y para ser solidarios con las luchas de otros pueblos que   sufren la reducción de sus dignidades. De esas luchas venimos los de   la CUP y muchos más, casi siempre enfrentados a las teorías, porrazos   y pelotas de goma de los gobiernos de CiU, de Madrid, de Bruselas y de   Washington. La encrucijada de Artur Mas es simple: si no rechaza el orden establecido desde donde su proclamada astucia nos ha traído   hasta aquí, la continuidad de su liderazgo solo servirá para el   cansancio con el proceso independentista, el caos en la gobernanza del   país y a las más fieras luchas sociales, pero si él rechaza ese orden   es muy posible que, desde la Casa Común de todos los vapuleados por el   status quo, Mas salga investido presidente de la Generalitat y pueda   ser capaz de colaborar con España y con Europa para un nuevo orden de   proyección mundial.

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