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Educación musical, una asignatura pendiente

Sergi Fabregat Serrano

Desde pequeño mi mayor pasión ha sido la música. Ya  fuera escuchándola solo en mi habitación o bailándola en el salón de mi casa, en familia. Aún así, mis padres no me apuntaron a ninguna  escuela de música hasta que yo no se lo pedí yo, cuando ya tenía 15 años.  No creo que sea culpa de nadie, simplemente que hasta esa edad no me  plantee la posibilidad de poder estudiarla, ya que en mi colegio, por  ejemplo, nunca se ha impartido esta asignatura.

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Y es ahí donde nuestro país comete un error. En muchas escuelas de  los países escandinavos, que casualmente son los que lideran el  informe PISA, aprender a tocar un instrumento es obligatorio desde que empieza la escolarización. Ese hecho hace que países como Suecia  sean pioneros en producción de música pop a nivel mundial, mientras  que aquí en España si le explico a alguien que quiero estudiar  producción musical no acaba de entender exactamente qué quiero estudiar. 

Dejando esto al margen,  el hecho de potenciar la educación musical en  las escuelas a una edad temprana beneficia al niño en todos los  sentidos posibles. La música y la experimentación de esta desarrolla  habilidades diversas relacionadas con diferentes aspectos de la vida: desde la capacidad auditiva, hasta la empatía, la capacidad de  cooperar o la de resolver problemas.

Pienso que los colegios deberían invertir más tiempo en una  asignatura como la música dentro de las 27 horas semanales a las que  se someten los alumnos en nuestro país.

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