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"Discrepo, Lucía, no se puede banalizar la tristeza"

La depresión es la principal causa mundial de discapacidad.

La depresión es la principal causa mundial de discapacidad.

He leído el artículo de Lucía Etxebarria publicado en EL PERIÓDICO bajo el titulo '¿Qué hacer cuando estás triste?'. Trato de interiorizarlo y puedo coincidir con cierta parte de tu exposición, a través de la cual te revelas contra esa especie de 'tiranía', término que utilizas para calificar ese mantra que perseguimos la mayoría de los humanos, como es la felicidad. Sin embargo, no puedo suscribir determinadas conclusiones filosóficas donde transportas la felicidad al terreno de la frivolidad, asociándola y limitándola a conceptos como el consumo, al éxito y la eterna juventud.

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No estoy de acuerdo con esa afirmación tan categórica de que mientras estás enamorado no eres capaz de redactar un poema, ni siquiera escribir absolutamente nada. No es cierto. La inspiración para elaborar un buen poema o prosa poética no solo emerge a partir de la tristeza. Esa inspiración sensible puede nacer en cualquier momento y sobre todo cuando los biorritmos se hallan en disposición óptima para expresar tus sentimientos, sean tristezas o sean alegrías. Respeto tu opinión, pero tampoco puedo admitir que estar enamorado solo nos lleve al embobamiento y a las ganas de follar. La sonrisa de un niño, un esplendido paisaje, la ternura de la persona querida o las ansias de verla cuando no la tienes cerca pueden guiar esa pluma de forma magistral para obtener una excelente poesía. Qué mejor momento para escribir cuando las endorfinas inundan tu torrente sanguíneo.

Por otra parte, ¿cómo puedes frivolizar con la gente que ejercita el yoga, toma antidepresivos o recurre a libros de autoayuda? Dices que la tristeza y la angustia hay que sentirlas, no pensarlas y perderles el miedo. Veo que has tenido contratiempos emocionales de todo tipo y por tus palabras se deduce que eres una privilegiada al tener la capacidad de sobrellevar tus angustias y tus tristezas con fortaleza envidiable, algo que en psicología denominan resiliencia, pero por desgracia no todas las personas lo tienen. Quienes habiendo intentado perder el miedo a sus tristezas y aplicado todos los medios naturales a su alcance para asimilarlas han tenido que sucumbir a los fármacos sumergidas en el espeso lodo de la depresión.

Tengo una amiga, con el padre fallecido, a la acaban de despedir del trabajo y que su madre padece Alzheimer. Sus hermanos se han olvidado de la mujer que les dio la vida y mi amiga está soportando todo el peso de dicha desgracia. Dile a esta persona que rechace la ayuda externa; que no sonría, que se limite a sentir su tristeza y no pensarla, y que no hace falta que tome iniciativas para buscar la felicidad. Y tampoco se trata, en eso estoy de acuerdo, 'de salir de casa con el propósito ser feliz por narices'.

Por último, entiendo que la felicidad, cuyo término podríamos sustituirlo por bienestar, o calidad de vida, es un concepto muy ambiguo y subjetivo donde cada individuo la intenta ejercer a su manera. No es necesario tener éxito, ni contar con un gran poder adquisitivo para ser feliz, simplemente imprimiendo pasión a lo que haces, por nimio que parezca. Y en cualquier caso, lo que considero no debemos hacer nunca, aun tratando de comprender tu mensaje, es banalizar el término hasta el punto de reducirlo a una simplificación tan desmesurada.

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