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La denuncia laboral de Sorolla de 1894, aún muy real

Una tarde, a última hora del día, visitando el Museo del Prado, pude contemplar el cuadro de Sorolla donde el maestro valenciano de la luz representa a dos pescadores atendiendo a un joven compañero herido, en el suelo de la bodega de un barco, entre maderos, cuerdas, aparejos y alguna cesta de pescado; mientras uno de ellos tapona la herida, el otro lo sujeta por los hombros. El realismo de la escena era una denuncia social muy directa: detrás del pescado que llega a nuestra mesa hay más de lo que vemos y saboreamos, hay mucho trabajo, esfuerzo y riesgo de los que trabajan en la mar.

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Desde entonces (el cuadro está fechado en 1894) las cosas parecen haber cambiado a peor, lo que antes se denunciaba como lacra laboral ahora es la excelencia profesional: trabajoesfuerzo riesgo son principios fundamentales, que utilizan los emprendedores depredadores para definirse a sí mismos y a sus negocios; son también la coartada perfecta para expulsar a los más débiles del mercado; dentro y fuera del mar los tiburones de las finanzas nadan a sus anchas, defendiéndose a dentelladas, porque saben que sus beneficios son acumulación de riqueza, a la que otros renunciarán sólo por la fuerza.

A ese mar nos hemos lanzado todos nosotros, porque es la única alternativa posible. Nos han dicho, nos lo hemos creído, y consentimos lo que está pasando en el norte de África, en Oriente Medio, y en nuestras ciudades, en cada barrio y en cada puesto de trabajo.

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