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Todos sabemos cómo termina el 'Cuento de la lechera': se acaba rompiendo el cántaro y derramando la leche. Este simil, se puede adaptar muy bien a la situación actual en Catalunya. El Tribunal Constitucional (TC), como no podía ser de otra manera, anula el proceso del 9-N por inconstitucional. Es la ley, la ley que ha permitido llegar a este país hasta nuestros tiempos, con sentencias que pueden gustar más o menos, pero al final sentencias de obligado cumplimiento. Cuando las sentencias del TC son favorables a Catalunya, es un tribunal ejemplar. ¿Y ahora no lo es? Cuando uno juega con fuego, por norma general se acaba quemando, y eso es lo que le ha pasado a Artur Mas, que se queja de la rapidez con la que se ha reunido el TC y su resolución. Es gracioso que haga este comentario, cuando el mismo 'president', su partido, ERC y compañía están ideando cualquier forma de estrategia, suberfugio legal, trampas y todo lo que se les pase por la cabeza para poder llevar a buen puerto un proceso ilegal. Otra cosa es el sentimiento de parte de la población catalana, que es indiscutible.
Más allá del pulso jurídico, ¿crees que hay margen para la política?
¿Y ahora qué? Si el Artur Mas y Mariano Rajoy fuesen políticos de Estado, algo que seguramente no saben ni lo que significa, se reunirían las veces que fuesen necesarias para buscar una solución a este órdago soberanista. El Estado central, tiene que reconocer el valor, el empuje, la aportación económica y los otros valores que aporta Catalunya a todos los españoles. Por supuesto, este mismo mensaje debe enviarse hacia el otro lado. Espero y deseo que al final unos y otros se bajen del burro e intenten buscar fórmulas que nos permita tanto a la sociedad catalana como la española en general mirar hacia el futuro con optimismo. Tenemos que sumar, no restar.