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PP: Cuando la decadencia se llama Rita Barberá

Rita Barberá, saliendo de su casa en València.

Rita Barberá, saliendo de su casa en València. / MIGUEL LORENZO

José Minguell Calvo

No hay peor castigo para la dignidad humana que arrastrarse a pesar de todo. No tendríamos que hacer caso al orgullo o al innato acto de supervivencia que hace que los seres vivos se aferren a la vida como a un clavo ardiendo.

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La caída del Imperio Romano o quizá los días de vino y rosas. Todo tiene su punto álgido y su decadencia. Pero debemos ser coherentes y asumir con dignidad ese derrumbamiento. La luz se apaga y qué mejor manera que ser uno mismo quien le dé al interruptor.

Señora Rita Barberá, el mal ya está hecho y las luces del alba le han delatado en reiteradas ocasiones. Es tiempo de recogimiento , de tomar el orgullo y la dignidad y utilizarlos para, al menos, ser recordada como la que hizo lo que hizo pero con un punto de nobleza en su actuación, si es que, a pesar de todo, la hubiera o hubiese.

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