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¿Cuál es el rumbo de Europa?

Refugiados se cubren con mantas tras cruzar la frontera entre Hungria y Austria en Nickelsdorf,  Austria, en septiembre del 2015.

Refugiados se cubren con mantas tras cruzar la frontera entre Hungria y Austria en Nickelsdorf,  Austria, en septiembre del 2015. / EFE / ROLAND SCHLAGER

La Unión Europea, en la que hace algunas decenas de años millones de ciudadanos europeos depositamos nuestra confianza para construir una Europa fuerte, unida, próspera, igualitaria y solidaria, desde hace mucho tiempo mira hacia otro lado respecto de la tragedia de los refugiados. ¿Dónde quedaron las cuotas mínimas de acogida -claramente insuficientes, en cualquier caso- a la que estaban comprometidos cada uno de los estados miembro? Por cierto, España es de los países que más ha incumplido con el compromiso asumido en su día, y en el global de la Unión tan solo se ha acogido a un escaso 30% de los más de 160.000 refugiados a los que se comprometió.

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Y en cuanto a países como Austria, Hungría o Polonia, cuyos gobiernos los integran formaciones de ultraderecha y neonazis en algún caso, amén de otros países en los que están proliferando estos movimientos populistas, insolidarios y xenófobos ¿que posición tiene la UE al respecto? ¿De qué herramientas dispone y cómo piensa hacer frente a esta peligrosa corriente que nos retorna a la más negra historia reciente de nuestro continente?

Resulta imprescindible una renovación y una regeneración profundas en la UE, un nuevo proyecto social y económico para Europa, de manera que vuelva a ser el referente mundial de las libertades, derechos civiles, justicia social y bienestar de los ciudadanos, y se desligue del poder económico-financiero mundial establecido (también conocido como establishment).

El potencial de un país se mide por la calidad de vida y los valores de sus ciudadanos. Sus gentes son las que hacen grande a un país, no los guarismos macroeconómicos, ni la bolsa, ni los políticos que lo gobiernan. Por ello, la comunidad europea en su conjunto ha de tomar nota y virar drásticamente su rumbo, velar y proteger a sus ciudadanos -no a los poderosos y a las grandes fortunas-, solidarizarse con los refugiados de otros pueblos que huyen de la miseria y de las guerras y acogerlos con la consideración y sensibilidad que merece cualquier ser humano.

En definitiva, Europa ha de volver a abanderar los valores que evoca indudablemente el himno francés: liberté, égalité, fraternité.

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