¿Cuál es el límite de la sociedad de consumo?

Los consumidores (que no ‘ciudadanos’: palabra que poco a poco se torna ‘viejuna’) estamos de enhorabuena. Entre las múltiples facilidades para ejercer como tales, ahora podremos sacar dinero en efectivo en las mismas tiendas donde compramos.

Un nuevo servicio al cliente, rápido y eficiente, que nos trae eso que se ha dado en llamar progreso hacia una sociedad que, si no cambian las cosas, será la del ocio. Pero de esa clase de ocio forzoso –ahora distraído en productos “culturales” de coste cero– comúnmente conocido como ‘paro’, pero que quién sabe cómo se conocerá en el futuro dependiendo de quien mande.

La cuestión está en averiguar dónde está el umbral del mínimo de consumidores que necesita el sistema para mantener sus márgenes de beneficios mientras destruye puestos de trabajo y qué cantidad de 'soma' orwelliano nos conforta: no sea el caso de que no haya dinero que sacar y el ritmo de producción de series HBO ya no nos abastezca.