Contra el referéndum en Catalunya

Estoy en contra del referéndum sobre la independencia de Catalunya por varias razones. Al margen de cuestiones obvias y aunque repetidas hasta la saciedad, fundamentales, a saber, no existe el derecho a convocar un referéndum secesionista en ningún país del mundo regido por una Constitución, y menos unilateralmente. De ahí la falta total de apoyo internacional.

A parte de esto. Me gustaría hacer una reflexión sobre el sentido de la democracia. Decía F.D.Roosevelt que una democracia debe progresar o pronto dejará de ser democracia. Ese progreso se interpreta ahora como la participación continua y compulsiva del ciudadano en la toma de decisiones políticas por muy trascendentales complicadas que sean. Es la perversión de la democracia: elegimos a nuestros representantes y luego ellos nos preguntan qué deben hacer.

El ‘brexit’ es un claro ejemplo: una población sin preparación ni conocimientos necesarios es capaz de provocar lo que puede ser el principio del fin de la Unión Europea. Mediante lo que Foucault llamó razón instrumental, es decir, priorizar el fin por encima de los medios, el poder impone su verdad para dominar y moldear conciencias.

Así, en situaciones dramáticas  y excepcionales, como la brutal crisis económica recién vivida, políticos sin escrúpulos aprovechan la coyuntura para sumar adeptos a su causa, utilizando falacias y ocultando oscuros intereses. El ciudadano se ilusiona creyendo que es el centro de la realidad, cuando en verdad está inmerso en una trama histórica manejada por el poder. Votar así sería, en mi opinión, una regresión de la democracia. No es serio, ni razonable, ni paradójicamente democrático.