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Comprar el periódico es una buena inversión

Un lector elige EL PERIÓDICO en un quiosco de Barcelona.

Un lector elige EL PERIÓDICO en un quiosco de Barcelona. / ALBERT BERTRAN

Luisa Vicente Santiago

Soy lectora y milito en tres periódicos muy distintos. Dicen ciertas malas lenguas que comprar el periódico es caro. Dedico un rato cada mañana a perderme entre sus páginas y me gusta incluso el tufillo a tinta que destilan. Me hablan en presencia de un humeante y aromático café. A decir verdad, disfruto menos del café que de su lectura. El periódico es fuente de sucesos sin corta y pega, como suele ocurrir en algunos periódicos digitales. Consumo prensa en papel por varios motivos. Porque su publicidad no me distrae durante la lectura (con los periódicos digitales pierdo tiempo y concentración tratando de cerrar la puerta a los anuncios que entran sin mi permiso). Porque gastar 1,30 euros por más de 40 páginas de información es una inversión en mi 'cuenta de resultados'. Porque añade I+D a mis conocimientos. Porque me instruye y puedo inmortalizar hechos históricos, algo que los periódicos digitales no me permiten.

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Suelo guardar algún ejemplar de un hecho relevante, que luego me resulta entrañable hojear pasados muchos años. El ejemplar de EL PERIÓDICO del pasado 14 de marzo, sobre la inhabilitación de Artur Mas y dos de sus 'exconselleres', duerme en un armario junto a otro, de otro diario, del 20 de noviembre de 1975, fecha en que murió el dictador Francisco Franco. Son reliquias que no vendería a ningún precio. No tenemos cultura de la lectura, ni valoramos la redacción de buenos textos. De lo contrario, veríamos un regalo pagar 1,30 euros por ejemplar. Nada se puede hacer por los 375 medios de comunicación que han cerrado en España desde el inicio de la crisis, pero sí podemos evitar el abismo a los que aún subsisten. Muchos profesionales de la información temen por su futuro, pero a pesar de eso nos siguen informando con profesionalidad de lo que pasa en el mundo mientras saboreamos el café de la mañana. Reparar en el trabajo que hay detrás de cada página no debe pasar por alto a ningún lector.

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