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Catalunya, tras el 21-D: realidad polarizada

Papeletas preparadas para las elecciones de este jueves.

Papeletas preparadas para las elecciones de este jueves. / ALBERTO ESTEVEZ (EFE)

Zouhair Hairan

Mucho se ha escrito sobre el resultado de las elecciones catalanas del pasado 21-D, que podría haber significado la esperada solución a la inestabilidad política y social que se ha producido en los últimos meses. Las urnas, sin embargo, nos han devuelto una realidad empecinada y polarizada, en la que las formaciones independentistas no han conseguido ampliar su mayoría. De hecho, mientras que estas formaciones han perdido dos escaños, el calificado bloque constitucionalista ha escalado de 52 a 57. Es interesante destacar que desde el año 1999 el voto nacionalista catalán, ahora independentista, no se ha movido prácticamente. Desde el 2012, y durante el conocido públicamente como 'procés', han disminuido cuatro diputados, por lo que se puede concluir que es una opción que no logra avanzar.

Por otra parte, el PP es el que más ha perdido en escaños, por lo que debe abrir un debate muy profundo. Este dato justifica que Albiol deba dimitir inminentemente, y lo piensan probablemente hasta sus propios militantes y simpatizantes. Además, el millón largo de papeletas que fueron a parar a Ciudadanos resultaron totalmente infructíferas, y no le van a permitir alcanzar la presidencia de la Generalitat.

Con una Catalunya tan dividida y polarizada, nadie debería volver a gobernar contra la otra mitad. La mayoría independentista no puede repetir el mismo error de gobernar en contra de los intereses de la mitad de los catalanes y situar las instituciones fuera de la legalidad constitucional y estatuaria. Es un dato real que sus formaciones no son mayoritarias en número de votos y ninguno de sus tres partidos ha sido capaz de ganar las elecciones a Ciudadanos. Ante este panorama polarizado, preveo dos posibles escenarios.

Las formaciones independentistas pueden tratar de llegar a un acuerdo con los comuns (Podem Catalunya) para alcanzar un referéndum pactado, una opción muy poco probable ya que el número uno de los comuns, Xavier Domènech, ya manifestó que no van a apoyar a un gobierno independentista. Otra cuestión importante es que no cederán a un pacto por el referéndum, porque podría interpretarse como una cesión a los independentistas, lo cual conduciría a la pérdida de votos para Podemos en el resto del Estado e incluso a su desaparición como partido. Además, existe el riesgo de un posible brexit a la catalana, y salir en consecuencia de la Unión Europea, en caso de que salga el . Eso, naturalmente, en la remotísima posibilidad de que el gobierno de Rajoy ceda a un referéndum pactado.

Alternativamente, las formaciones independentistas, conjuntamente con el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) y los comuns, podrían tratar de llegar a un acuerdo para conseguir más autogobierno y financiación, apostando por un nuevo encaje federal de Catalunya en el Estado español. Este es el escenario más probable, ya que permitiría que Catalunya recupere su estabilidad política y económica tan necesaria hoy por hoy. Cada vez que se intente gobernar fuera de la legalidad constitucional y estatuaria, se aplicará el artículo 155, y es evidente que el Govern no puede estar en un bucle interminable.

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