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Catalunya ha desconectado de España

Protesta ante la Conselleria de Economia de la Generalitat por el registro de la Guardia Civil.

Protesta ante la Conselleria de Economia de la Generalitat por el registro de la Guardia Civil. / FERRAN SENDRA

Es una triste noticia porque con un trato más racional del Estado, no habríamos llegado aquí. Han sido los gobiernos mediocres, creyendo que nada une más que un enemigo común, los que han atizado el odio hacia todo lo catalán con objeto de captar votos en el resto del país.

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Políticos sin escrúpulos no han dudado en decir una cosa aquí y todo lo contrario por debajo del Ebro. Mientras nos aseguraban que respetarían el Estatut, en Madrid lo recortaban para dejarlo con menos competencias que los otros.

Llevamos años avisando del trato irresponsable, de que no se puede pagar el 9% del PIB, ni invertir solo el 10% de lo presupuestado, ni seguir con una conexión a Francia como la NII o que se necesita el corredor mediterráneo.

Pero la única respuesta ha sido la negativa: hay que seguir pagando, aunque un tercio de los niños catalanes sean pobres y los dineros se usen en infraestructuras sin usuarios; hay que hacer tres corredores para contentar a todos y la NII no tocarla para que nadie diga que se invierte aquí.

Tanto del PSOE como del PP han hecho la misma política regresiva contra los españoles en todos los ámbitos: social, económico, cultural, judicial, informativo y energético, entre otros. Han destrozado la clase media, que es la que sostiene toda sociedad industrial porque prefieren una sociedad agraria, más fácil de manipular.

Y qué decir de su pertinaz ceguera: hace años que dicen que la independencia es algo de 4 radicales engañados por Mas y Puigdemont, pero ya se reivindica también en el Liceo o en la  Basílica de Montserrat, que tienen poco de radicales. Ahora creen que la solución al problema político es enviar unos cuantos policías y humillar a los detenidos haciéndoles declarar esposados, ante un juez politizado y a su servicio. Claro que sí les asesora Piolín y Silvestre.

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