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Carta de un trabajador de TMB: Luchar contra la degradación laboral no es molestar a los demás

Soy un trabajador del metro de Barcelona, que ejerce su derecho de  huelga como última medida de presión. Otra cosa son las filtraciones de los responsables de TMB hacia una Barcelona cansada de huelgas, que desconoce los planes de privatización y lo que ello significa en calidad, tarifas, seguridad ferroviaria y condiciones laborales de sus empleados.

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La falta de personal en estaciones de metro no es un capricho del trabajador, sino una estrategia empresarial, y eso degrada el servicio. La politización en la directiva de TMB ‘consume’ sueldos escandalosos, y después, esa  misma directiva nos acusa a los trabajadores, manipulando a la ciudadanía en nuestra contra. Todo ello lleva al enfrentamiento directo para desgastar a los trabajadores del metro, y si le añadimos el panorama político en el Ayuntamiento de Barcelona, aún se complican más las  cosas: necesidad de acuerdos para aprobar presupuestos entre el partido político gobernante en minoría y otros partidos que puedan prestar apoyos para que todo fluya bien a cambio de prebendas en TMB. Es el precio, y los trabajadores estamos en medio de todo ello: trueques políticos, privatización y manipulación intencionada.

Como  colofón, me entristece leer afirmaciones del tipo “estoy de acuerdo con sus  reivindicaciones, pero ¿no hay otra forma de quejarse sin perjudicar siempre a los mismos?” o en las que nos hacen recomendaciones como la abrir las barreras al pasaje y que acabarían en sanción o incluso despido para el trabajador.

Por desgracia, cuando no hay una negociación real, lo  único que le queda al trabajador para presionar es la huelga en toda la extensión de la palabra. No empatizar con ello me remite a esa expresión de “guerra entre trabajadores” por pérdida de conciencia de clase, y como consecuencia, a una degradación laboral y social ampliamente aceptada, en el sentido de que luchar por evitarlo es sinónimo de molestar a los demás.

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