El deber de los políticos es solucionar los problemas, no agravarlos. Cierto es que el catalanismo vio una ventana de oportunidad para alcanzar sus objetivos máximos en el 2012 con la tremenda crisis no solo económica sino también institucional en España pero dos años después parece claro que conseguirlos se antoja mucho más difícil y con un coste mayor de lo inicialmente imaginado. La población de filiación catalanista está muy soliviantada y es verdad lo que dice Artur Mas, sentimentalmente están muy lejos de España, pero lo que no es verdad es que ese sector de la población, con todo lo importante que es, sea toda la sociedad catalana. El estado se muestra incapaz de explicarse, de tener ningún tipo de relato propio en Catalunya, está ausente, se embriaga con su ínfíma empatía mientras se solaza con el cuerpo legal.
Nada es irreversible nada quedará igual, el Gobierno estatal y autonómico catalán deben dialogar y acordar una serie de puntos y después de eso reunirse y dialogar con el resto de agentes políticos del estado porque habrá una mutación de la estructura del estado que afectará a todos. el acuerdo ha de ser profundo y significar un avance claro en la autonomía y también en la coherencia del estado, de largo duración y respetado, no socavado ni denunciado como escaso al día siguiente. El acuerdo ha de buscar el beneficio común no solo particular y debe hacer inviable e inadmisible futuros movimientos desde la deslealtad institucional.