'Brexit': Europa necesita una cura de humildad

Vamos a un divorcio que no ha sido nunca un matrimonio de verdad. Debemos hacer un duelo, tanto por un lado como por el otro; seamos humildes. Cierto, la manera de hacer de Europa aleja en lugar de acercar. Es mucho el dinero que se invierte en políticas que no acabamos de hacer nuestras. Los pretendidos valores europeos no encuentran concreción, no enamoran. Urge una nueva cultura en el ciudadano que debe hacer suya. Pero, antes, los individuos deben ser soberanos. Europa no puede ser la unión de los nuevos Estados xenófobos. Hay que sumar todas las identidades nacionales de cada Estado y crear la Europa de las regiones, mucho más cercana. Los estados deben des-centralizarse y promover la ilusión por la identidad local. Los Parlamentos nacionales deben ser escuchados; diría más, los Parlamentos regionales también.

No estoy de acuerdo con una Europa de dos velocidades. ¿Hacia dónde vamos? ¿Es legítimo dejar en el camino al que no puede seguir? Replanteémonos si quien tiene que ir por delante debe ser el más fuerte. Imaginemos que el diálogo comience por el país de la Unión más débil, sus demandas junto con sus deberes fácilmente serán asumibles por el resto. La Humanidad, a diferencia de lo que sucede en la lucha de las especies en la naturaleza, no se ha distinguido por la soberanía del más fuerte. Lo que hace grande a la Humanidad es el respeto mutuo, el hecho transversal, la inclusión, el diálogo, el acuerdo, el comercio, el levantamiento de fronteras, los estados plurinacionales.

No se debe decidir a 27, se debe concretar lo que el más débil es capaz de alcanzar. Una cura de humildad, esta, que nos hará ser más grandes. El reto es dejar de ser unos necios como hasta ahora. No se puede pedir a quien pasa hambre, no tiene un techo o no se viste dignamente ningún reto. Tenemos en los Estados un empobrecimiento inmenso.