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Barceloneta: ¿Dónde están las pancartas de 'Cap pis turístic'?

Turistas en la playa de la Barceloneta.

Turistas en la playa de la Barceloneta. / JOSEP GARCIA

Fernando Prieto Cuadrado

Algo más de una decena de pancartas es todo lo que queda de aquel malogrado puñetazo en la mesa que el hastiado barrio de la Barceloneta dio el verano del 2014 cuando los inconcebibles pisos turísticos habían pasado de infección a mutación. Casi tres años después lo único que ha cambiado ha sido la limitada actitud de los vecinos que, inexplicablemente, ha disminuido más si cabe. Prueba de ello es la retirada de balcones y ventanas de la inflexible y acertadísima consigna 'cap pis turístic'.

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Como es relativamente lógico, los turistas y demás viajeros y 'aventureros' continúan pervirtiendo la vivienda como si la cosa no fuera con ellos. En consecuencia, las calles, el comercio y el carácter del barrio se rinden al insólito huésped. La Barceloneta, casi desaparecida, exhala el suspiro que antecede a un verano que a modo de recaída estacional anuncia un adiós prácticamente inevitable. ¿Cuántos veranos le quedan? O lo que es peor, ¿cuántos inviernos? Porque los veranos hace mucho que se gastaron. También se gastan los vecinos, aquellos con suficiente carácter para defender su dignidad. Se gastan porque se exprimen hasta el límite para defender también a aquellos que no tienen fuerza. Se exprimen incluso por aquellos que carecen de esa infravalorada dignidad. También se gastan porque se mueren algunos en plena lucha, y si nadie coge el relevo. Así que, apaga y vámonos.

Esta es la carta que juegan los que 'juegan' con la vivienda. Saben que la gente, ya sea de forma generacional o directa, acaba asumiendo aquello que persiste. En la Barceloneta, el 'quart de casa' contribuye a que esa aceptación sea vertiginosa; nadie quiere ya un piso tan pequeño como vivienda a largo plazo; ya no se entiende. Las nuevas generaciones son sus propios palos en las ruedas, y ni lo saben. El consistorio (sea del color que sea) se limita a repartir las cartas con la tranquilidad de que la banca siempre gana, o nunca pierde.

Aunque tú no seas jugador, el casino lo han montado a tu alrededor y estás dentro quieras o no. Hagan juego, 'señores'.

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