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El acuerdo PP-C'S no incluye lo que más preocupa a los ciudadanos

Mario Martín

Decía Maquiavelo que todos ven lo que tú aparentas, pero pocos  advierten lo que tú eres, y dicha cita parece hecha a medida del  acuerdo político suscrito por PSOE y Ciudadanos, teóricamente ad  hoc ante el debate de investidura del líder socialista, Pedro  Sánchez, pero a la vista de los insuficientes 130 escaños que suman  ambas formaciones políticas ante los 350 votos que componen el pleno  del Congreso de los diputados, algo insustancial.

Siendo lo anterior tan claro y objetivo como queda dicho, ¿qué  pretenden los protagonistas de un tan exiguo pacto que para  concretarse en la realidad necesitaría de la abstención, bien del PP  (123 diputados), bien de Podemos  (69 diputados)? La  respuesta parece manejarse en dos claves. Por una parte las  expectativas de ambos partidos ante una nueva convocatoria electoral,  en la que, uno y otro intentarían capitalizar su voluntad de pacto  y una segunda derivada sería en clave interna de sus respectivos  partidos políticos, especialmente en el caso de Pedro Sánchez buscando  mantenerse al frente del PSOE, ante el debate que su figura genera,  especialmente dentro los barones territoriales, y tras las resultados  electorales del 20-D, se quiera o no, los peores obtenidos por la  opción socialista desde la reinstauración de la democracia en España.

Ante el encargo de formar gobierno del jefe del Estado a Pedro  Sánchez, este ha articulado su opción a través de un pacto con Ciudadanos , legítimo desde luego, pero insuficiente; más allá de que  sea elogiable que un acuerdo en positivo de una fuerza de  centro izquierda, con otra de centro derecha, algo que no se recuerda  en la historia de éste país y que es un esfuerzo de agradecer, a pesar  de su aparente insuficiencia parlamentaria.

Las opciones políticas en España se han fragmentado, y reconociendo  a los participantes de este acuerdo, PSOE y Ciudadanos, que puedan  ocupar el espacio de centro político moderado, hay más votos en los  extremos, ocupados por PP y Podemos cuyo sumatorio supone 192  escaños (123+69), frente a los diputados de los representantes del   insuficiente pacto que suman 130 (90+40), lo cual hace indispensable  que cualquier coalición de gobierno cuente, bien con el PP, bien con Podemos .

Una cosa sí tiene el pacto: ¿alguien de la mayoría social de los  cuarenta millones de españoles podría discutir la conveniencia de las  cinco reformas constitucionales sobre las que se ha publicitado el  mismo? Evidentemente no, han hecho de la necesidad virtud y tanto la  limitación del mandato del presidente de Gobierno español a ocho años,  como suprimir el injusto aforamiento de senadores diputados en  todas las cámaras, como despolitizar la Justicia o suprimir las  diputaciones provinciales son grandes puntos en común de una y otra  sensibilidad, adornadas con la reducción, estética , a 250.000  firmantes para presentar una iniciativa popular ante el Congreso de  los diputados. Pero, ¿qué pasa con la Reforma Laboral aprobada en la  pasada legislatura?, ¿Cómo queda el despido? ¿Qué pasa con el  contrato único? ¿Qué sucederá con las pensiones?, se derogará al  artículo 155 de la Constitución que antepone el pago de la deuda  pública por encima de cualquier otra cosa? ¿Y con la Ley Mordaza?  Evidentemente los acuerdos no parecen incluir los aspectos que más  preocupan a la mayoría de los españoles.

Acuerdo hay, pero apariencia también y mucha.

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