Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

Atentado en Barcelona: Desde el dolor, os maldigo

La furgoneta del atropello masivo en la Rambla de Barcelona.

La furgoneta del atropello masivo en la Rambla de Barcelona. / TWITTER

Fernando de la Torre

No es bueno ni hablar ni escribir desde el odio. De hecho, no es bueno sentir odio de ninguna de las maneras, consume demasiada energía y te hace tomar decisiones equivocadas. Pero el atentado de la Rambla de Barcelona no me puede dejar indiferente. Por mucho que uno quiera controlar sus sentimientos, solo puede sentir rabiaimpotencia y odio. Odio hacia esos fanáticos que leen libros sagrados como si fueran un manual de instrucciones. Que obvian los mensajes de amor de los profetas y solo leen y entienden lo que les interesa. Y hace que, en mi caso, mi respeto por las religiones de los hombres me merezcan cada día menos respeto.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Y no veo manera de perdonar a semejantes fanáticos crueles que manchan de sangre mi ciudad y, sobre todo, se creen con derecho y justificación para quitarle la vida a un montón de hombres, niños, mujeres, ciudadanos de Barcelona o de cualquier otra ciudad de España o del mundo. A partir de hoy, no podré dejar de pensar, cuando pase por la Rambla, cuando pasee por la calle Tallers, Canuda, Portaferrisa, que hubo un día en que un descerebrado decidió 'honrar' a su fanatismo religioso matando a un montón de gente que ni conocía ni le importaba, porque matar 'infieles' es un privilegio de su cultura.

No podré dejar de asociar un barrio en el que me encanta perderme y en el que siempre descubro cosas nuevas, con un atentado salvaje que marcará para siempre mi ciudad y nuestros corazones. De modo que, hoy si, hoy me permito odiar y despreciar a quienes han matado a tanta gente inocente, hoy en Barcelona, ayer en Paris, Yemen, Irak, Londres..., en cualquier lugar del mundo. Hoy les odio, les desprecio y los condeno a no formar parte jamás de mi vida y mis valores.

Las cicatrices quedarán para siempre ahí, para recordarme que, simplemente, hay gente malvada que quiere hacer daño indiscriminadamente. Yo os maldigo, miserables.

Participaciones de loslectores

Másdebates