Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

La anorexia no son chicas en los huesos

Seguramente la mayoría de nosotros no se identifica ni se siente cerca de los trastornos de conducta alimentaria. Dejamos la gravedad de los hechos en manos de las chicas que están en los huesos, de las personas que ven su salud física peligrar seriamente. Y no es así. Eso es sólo la punta del iceberg. 

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

La gravedad de los hechos reside en todos nosotros. Vivimos preocupados por nuestro cuerpo. Obsesionados por la ropa que nos vamos a poner, por cómo nos va a quedar. Nos ponemos nerviosos cuando unos pantalones no nos entran. Nos avergüenza y no lo queremos contar a nadie. ¿Cuántas veces has decidido comprarte unos pantalones aunque te apretaran solo por no coger una talla más? ¿Cuántas veces te fijas en el cuerpo de los otros? ¿Cuántas veces al día piensas en qué podrías hacer para conseguir la forma del cuerpo que quieres?

Yo no me puedo quejar. 1,70cm y 52kg sin hacer ningún tipo de dieta. En la mayoría de tiendas tengo una talla 34 de pantalón. Bueno, tenía. El otro día entré en Bershka y vi unos pantalones que me gustaban. Cuando los cogí del montón para ir al probador me di cuenta rápido: yo allí dentro no cabía. Quizá una niña de unos 13 años lo haría. Yo, no. Cogí la 36. Entraban. Un poco apretados pero... ahora se llevan así. ¿Qué habré hecho? ¿Cuándo fue la última vez que me compré unos pantalones? ¿Tanto he cambiado?

No. No somos nosotros. Cambian las tiendas, cambia la ropa, cambian las tallas. Pero sí, estamos enfermos. Porque aunque llevamos por bandera el discurso "tienes que comer, no hagas caso de la moda", no nos los creemos. Ni lo aplicamos. Sabemos que lo nuestro va mucho más allá. Comer o no, esa no es la cuestión.

La anorexia no son chicas en los huesos. Los trastornos de conducta alimentaria no son de los otros. Son nuestros. No hace falta jugar con la comida para estar cerca de ellos. Vivimos en ellos, cuando nos levantamos y cuando nos vamos a dormir, cuando conocemos a gente nueva y cuando salimos de noche. Cuando vemos la tele y cuando pensamos que no somos lo suficientemente válidos para hacer según qué.

Participaciones de loslectores

Másdebates