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Tras el 26-J he de decir que me ha parecido bastante desconcertante y desapacible la inesperada victoria del PP, con 137 diputados, 14 más que el 20 de diciembre. Esto no significa que el PP vaya a gobernar solo ya que, al no tener mayoría absoluta, no tendrá más remedio que pactar con alguna otra fuerza política (PSOE o Ciudadanos) para poder por fin formar gobierno tras siete duros meses sin presidencia.
Aún no soy capaz de entender que, tras cuatro arduos años de corruptelas, desahucios, suicidios, hambrunas, paro y desigualdad, el pueblo haya decidido votar a los mismos partidos corruptos de siempre --está claro también que el PP, no es el único corrupto aquí, sino también el PSOE--. Curiosamente, hoy he sabido de la existencia una extraña afección conocida como síndrome de Estocolmo, que se produce cuando una víctima excusa y agasaja a su maltratador. Ante esta patética situación política, no tengo nada más que decir que ¡disfrutemos de lo votado!