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La AAVV de Poblenou y la 'superilla': muy lejos de los vecinos

Ambiente en la ’superilla’ del Poblenou.

Ambiente en la ’superilla’ del Poblenou. / JULIO CARBÓ

La semana pasada asistí por primera vez a una reunión de vecinos del barrio de Poblenou. Vivo y trabajo en la calle de Tànger, una de las que ha recibido mayor concentración de coches y autobuses, con un considerable incremento de contaminación tras la implantación de la 'superilla'. Tras la reforma de Pere IV y la puesta en marcha de la ‘superilla', se están introduciendo cambios considerables en nuestro día a día, y consideré necesario presenciar cómo se defienden los intereses de los vecinos desde la plataforma que nos debe representar. Nada más lejos de la realidad.

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En la reunión había menos de 10 personas. Algunas de ellas pertenecen además a empresas como Promoción de Transporte Público, y otras relacionadas con negocios de bicicletas y movilidad. Su implicación en el tema es directa y efusiva. Tienen claro que la 'superilla' es la solución a los problemas de tráfico -que no son pocos- en Barcelona.

El argumento es simple: 20 años de estudios e implantaciones previas en zonas como Gràcia (con diferencias tangibles como las distintas problemáticas de los barrios y el tamaño de las calles, entre otros). Es curioso que no existan plazos e indicadores que demuestren el resultado de este experimento, al que llaman prueba piloto pero que consideran definitivo. También es curisoso que hayan considerado revisar algunas cuestiones esenciales, como la cantidad de manzanas que debe contener una 'superilla'.

Genera inseguridad que la 'solución máxima' a nuestros problemas se haya implementado de manera improvisada y, a posteriori, aún se siga deliberando su forma de constitución, al mismo tiempo que se anuncia ampliarla tanto en Poblenou como en otros barrios de la ciudad. Inconcebible, además, pensar que un mismo sistema puede tener los mismos resultados en condiciones diferentes.

Al mismo tiempo que se realizaba esta reunión en 'petit comité', en la esquina de Tánger con Llacuna, donde acudieron más de 100 personas cansados de la falta de entendimiento con la AAVV (“ya os acostumbraréis”, fue su respuesta). Allí, crearon una plataforma de afectados que ya se ha presentado en el Ayuntamiento de Barcelona.

Hay un reclamo por un perjuicio claro y notable. Se 'benefician' las condiciones de vida de parte de la población, mientras se perjudica a muchas otras personas.  Hay necesidad de cambios, propuestas y una urgencia por información y respuestas claras a todo este proyecto que se vomitó sobre un barrio casi sin aviso previo. Se desconocen todos los tipos de indicadores de evaluación de resultados, así también como los plazos para presentarlos a la sociedad. 

Tampoco hay información sobre las propuestas del contenido de los nuevos espacios 'ganados a los coches' y su implementación. Solo quedan pintadas en el suelo y algunos trastos olvidados del taller creativo de estudiantes de arquitectura. La zona presenta una desertización total en lugar de la pacificación prometida. Solo hay un resultado claro: el malestar de gran parte de los vecinos, que ven como sus reclamos se obvian en los comunicados de la asociación que debe representarlos.

Si la AAVV es la conexión directa entre partidos políticos y medios de comunicación con los reclamos de los propios vecinos, ¿no debería actuar como tal?

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