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26-J: ¿No quieres caldo? Pues toma dos tazas

Mario Martín

Se consumó el desatino, llegó el día de publicar en el BOE el decreto de disolución de Las Cortes de esta “cortísima” undécima legislatura que ha durado tan solo 134 días, si lo medimos desde el día de las elecciones del 20-D.

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Los electores españoles, tras las consecuencias vividas con la mayoría absoluta del 2011 de Mariano Rajoy y el PP, optaron por la fragmentación de su voto, siendo claros en su mensaje de crear mayorías en torno a acuerdos y pactos, más allá de los límites formales de lo que siempre se entendió por izquierda y derecha, o, más recientemente, arriba y abajo. Pero el cometido encargado ha sido incumplido no por una u otra fuerza política, sino por todas, nadie está libre de responsabilidad. Y utilizando el símil de los escolares ante sus exámenes podríamos decir que la nota obtenida ha sido de “suspenso general”.

En el PP Rajoy no entiende que los siete millones de votos recibidos, fueron inferiores a los más de 11 millones que fueron a parar al PSOE, Podemos o Ciudadanos, formaciones todas ellas que se oponen, de manera expresa, a su persona, marcada por la corrupción, los recortes y su “particular” forma de hacer SMS condicionando con ello a su propio partido y a las posibilidades de regeneración en él.

El principal problema que ha condicionado el intento de investidura de Pedro Sánchez radica en su propio partido, el PSOE, donde las diversas “sensibilidades” empujan cada una hacia su rincón, en diferentes direcciones, haciendo difícilmente identificable la casa común socialista. El intento de un pacto que rompiera los moldes de izquierda y derecha es acertado, pero le ha faltado verdadera ambición, algo, por otra parte, que no viene de ahora, y es que hay mucha gente en sus filas “pisando moqueta” hace demasiado tiempo.

Podemos ha sido la fuerza política que de una manera más clara tuvo en su mano la decisión de hacer pasar a la oposición al PP y dar el pistoletazo de salida a la regeneración popular, dejando atrás el “marianismo”. Habría bastado abstenerse en la segunda votación de la investidura en la que Pedro Sánchez defendió su acuerdo con Ciudadanos, pero la decisión fue otra.

Ciudadanos, con su acuerdo con el PSOE, insuficiente en la aritmética, secuestró a la formación socialista condicionándole a que la única “tercera pata” de ese pacto fuera el PP, bloqueando la apertura del mismo a Podemos. El pacto no sirvió para gobernar, pero sí para que Ciudadanos diera tiempo al PP para unirse a él y que, mientras tanto, el PSOE permaneciera lo suficientemente alejado de Podemos.

Dice nuestro refranero: “No quieres caldo, pues toma dos tazas”, y los mismos líderes que han sido incapaces de fraguar un acuerdo viable de Gobierno, en base a los resultados que los españoles expresaron hace menos de cuatro meses, son quienes encabezarán los carteles electorales para el 26-J. No es previsible que haya mucha diferencia en los apoyos a recibir por cada uno, tampoco es previsible que haya un incremento de nuevos votos, sino más bien todo lo contrario, lo cual equivaldría a considerar que serán los abstencionistas quienes deslizarán el sentido final del resultado electoral. Conviene reflexionar en ello y recordar a nuestros políticos que el "suspenso general” es para ellos, por su incapacidad, pero que el voto es nuestro y lo seguiremos ejerciendo, esperando que sustancien en acuerdos y pactos lo que expresamos a través de él.

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