Inmigración y bulos

¿Qué es la teoría de la conspiración del gran reemplazo y que tiene que ver con lo que está pasando en la frontera de Polonia?

Refugiados y migrantes, junto a la frontera con Polonia en la región bielorrusa de Grodno.

Refugiados y migrantes, junto a la frontera con Polonia en la región bielorrusa de Grodno. / OKSANA MANCHUK / BELTA (EFE)

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A raíz de la tensión que se está viviendo en la frontera entre Bielorrusia y Polonia por la llegada de inmigrantes que intentan entrar en la Unión Europea, se han hecho virales mensajes en las redes que afirman que se trata de una invasión planificada de la cual Polonia se tiene que proteger. Este discurso de la invasión migratoria no es nuevo. De hecho, está relacionado con la teoría de la conspiración del gran reemplazo, según la cual los inmigrantes sustituirán a la población europea. Aun así, este riesgo de invasión no es real, según indican los expertos y los datos. 

“Es un intento de invasión en Polonia”

Los discursos antiinmigración que hablan de una invasión migratoria no son nuevos, pero actualmente están aglutinados alrededor de dos teorías de la conspiración muy parecidas: el plan Kalergi y el gran reemplazo. Esta última fue difundida en 2012, a través de la publicación de un libro del autor francés Renaud Camus que se denomina igual que la teoría que predica y explica las supuestas razones por las cuales Europa está en riesgo de ser sustituida por población de otros orígenes, etnias y religiones.

El discurso de la invasión migratoria y la teoría del gran reemplazo, además de difundirse rápidamente en las redes, también ha inspirado ataques terroristas como el de Utoya en Noruega en 2011 o el de Christchurch en Nueva Zelanda en 2019, según analiza un estudio de 2012 y otro de 2019. Los dos terroristas difundieron mensajes antes de los ataques con alusiones a una supuesta invasión migratoria y defendiendo las ideas de la teoría del gran reemplazo.

“La idea de la invasión crea un estado mental de alarma y, por lo tanto, la sensación de que se está ante una amenaza”, explica a Verificat Antía Pérez, doctora en Sociología y coautora del libro Invasión migratoria y envejecimiento demográfico; dos mitos contemporáneos. Esta retórica se difunde muy rápidamente en las redes y hace creer que “las cifras de inmigrantes que llegan al país son excesivas y que es el resultado de un estado pusilánime a la hora de ejercer un control sobre los movimientos migratorios”, apunta.

Los datos, pero, no indican el mismo. Actualmente, de los 47 millones de personas que viven en España, un 15% han nacido en el extranjero (7.231.195), según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Con estas cifras, según explica Antía Pérez, “no se puede hablar de invasión, ni tampoco de sustitución de población”. El demógrafo y subdirector del Centro de Estudios Demográficos de Catalunya, Andreu Domingo, coincide: “No es real creer que existe una amenaza”.

El número de extranjeros en Catalunya, por ejemplo, ha aumentado año tras año desde 2000, excepto en cinco años en los que la cifra se reducía respecto a la del año anterior: 2011, 2013, 2014, 2015 y 2016. Aun así, en Catalunya actualmente un 16,2% de la población es extranjera, la cifra más elevada que registra el Instituto de Estadística de Catalunya (Idescat).

Sistemas complejos de reproducción

Uno de los argumentos en que se basa esta teoría es que la tasa de fecundidad de los inmigrantes es más alta que la de los autóctonos. Esto es cierto: el 2020 en España había 45 nacimientos por cada 1.000 mujeres de origen extranjero y 25 por cada 1.000 mujeres de nacionalidad española, según las cifras del INE. Esta diferencia no pasa solo en España, sino en los países de Occidente en general y es el que en demografía se denomina “sistemas complejos de reproducción”, de acuerdo con Andreu Domingo. Esto quiere decir que en el crecimiento demográfico total el componente migratorio pesa más que el derivado del crecimiento natural (diferencia entre nacimientos y defunciones). 

Según el subdirector del Centro de Estudios Demográficos, creer que el crecimiento del país depende solo de los autóctonos es una falacia por dos razones. En primer lugar, porque las nacionalidades se mezclan y con el paso del tiempo ya no tiene mucho sentido mirar la tasa de fecundación en función de los orígenes. “Esta segregación imaginada autoriza que la mayoría utilice la violencia contra la minoría, en nombre de la supuesta minorización”, explica Domingo. En segundo lugar, porque los comportamientos sociales de los recién llegados también cambian y se adaptan a los de los países de destino. Es decir, si la tasa de fecundidad de los autóctonos es baja, la de los migrantes también tenderá a serlo con el tiempo. 

No podemos volver a los niveles de crecimiento demográfico del pasado

Otro argumento que a menudo se utiliza en favor de esta teoría es el bajo crecimiento demográfico que hay actualmente en Occidente. Según estimaciones de la ONU la población mundial ha pasado de 2.600 millones a 7.000 millones entre 1950 y 2011. Sin embargo, este crecimiento de población en las últimas décadas no se ha dado en los países europeos. Según explica el demógrafo Andreu Domingo, hay un momento en la historia en que los países que llegan a cierto grado de desarrollo social y económico dejan de crecer tanto. Es el que se denomina “transición demográfica” y en Europa se acabó hacia los años 30. Por eso, “aspirar al crecimiento de hace un siglo es irreal y tampoco es deseable”, afirma Domingo. 

En España la población se duplicó a lo largo del siglo XX debido al crecimiento natural, mientras que en las primeras décadas del siglo XXI el crecimiento se debe en gran parte a la llegada de población extranjera.

En Catalunya la tasa de crecimiento natural de la población el 2005 era de 2,6 y el 2019 de -0,4, es decir, este último año hubo más defunciones que nacimientos, lo mismo que pasó en España y en la Unión Europea. Este crecimiento natural no tiene en cuenta los movimientos migratorios, que en los países europeos sí que han aumentado.

¿Se puede incentivar la natalidad?

Cómo apuntan varias expertas en este artículo de Newtral y también indica Andreu Domingo a Verificat, a medio y largo plazo las políticas sociales y que favorecen la conciliación familiar tienen más impacto en las tasas de fecundidad y natalidad que dar ayudas puntuales para tener hijos. Suecia, por ejemplo, es uno de estos casos: la combinación de los objetivos demográficos con los de igualdad de género hizo que el país pasara de tener una de las tasas de fecundación más bajas a ser líder de Europa, según diferentes investigaciones citadas en este estudio

En España, entre el 2007 y el 2011, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó el llamado “cheque bebé”, una prestación puntual de 2.500 euros que recibían las familias que tenían un bebé. Esta medida, aun así, no tuvo un impacto directo en la tasa de fecundidad, pero sí que hizo aumentar la participación de las mujeres en el mundo laboral, según un estudio

Un problema en este sentido es "el gap [la diferencia] que hay entre los hijos que la gente joven dice que quiere tener, y los que realmente tiene”, como apunta Domingo y también indica la última encuesta de fecundidad del INE. Según esta, un 28,1% de las mujeres de entre 30 y 35 años que no tienen hijos tampoco tienen intención de tener a causa de razones económicas, laborales o de conciliación. De entre las menores de 30 años que ya tienen hijos, un 36,1% tampoco quiere tener más por las mismas razones. 

El efecto llamada no se ha demostrado

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Las políticas migratorias sí que tienen un impacto en los flujos de inmigración, pero no son el único factor, ni seguramente el más importante, según explica Antía Pérez: “No hay evidencias del llamado efecto llamada”. Este efecto, según el cual supuestamente vienen más migrantes por las medidas de acogida favorables o las regularizaciones masivas, no se da. Las llegadas están más relacionadas con la economía y también con las condiciones de los países de origen, como por ejemplo, una guerra.

Los datos también muestran que el endurecimiento de medidas para entrar a un país no para el intento de llegar a Europa de los migrantes. Los picos de llegadas en los países mediterráneos demuestran que los migrantes se desplazan de una área a otra en función de restricciones fronterizas. Este año, por ejemplo, el flujo se ha desplazado a las Canarias.