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Mayte Mañé: "Amigos aparte, un libro es lo más grande que puedes tener"

Forma parte de la cuarta generación de una familia dedicada a la venta de bacalado en el Mercat de la Concepció de Barcelona; y es una lectora voraz

«Amigos aparte, un libro es lo más grande que puedes tener»_MEDIA_1

«Amigos aparte, un libro es lo más grande que puedes tener»_MEDIA_1 / JOAN PUIG

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Mauricio Bernal

-¿Y eso?

-¿Esto? Mi libreta. Hace años que la llevo. Está ordenada por autores. Así, cuando voy a una librería y me dicen: “Han hecho una reedición de tal”, yo miro mi libreta y digo: “Ah, ese ya lo leí”. Se me olvida lo que leo, yo creo que a todos nos pasa. Sin la libreta compraría muchos libros que ya tengo.

-¿Qué fue lo último que leyó?

-Acabo de leer a Jane Harper. 'Años de sequía'. Bien.

-¿Y lo primero?

-Lo primero… Yo empecé leyendo tebeos. Me lo pasaba bomba. En esa época no había llegado aquí 'Tintín', pero como yo estudiaba en el Liceo Francés siempre había un compañero que llegaba con un 'Tintín' que le habían dado sus padres; y que claro, pasaba de mano en mano.

María Teresa Mañé, Mayte, forma parte de la cuarta generación de una familia dedicada al bacalao. No a los libros: al bacalao. Con su hermana Nuria está cada día al frente de Pesca Salada Mañé, la parada del Mercat de la Concepció (el Eixample, Barcelona) especializada en la venta de –claro– bacalao. La parada nació con el mercado, en 1888, y de ese mismo año o de poco después –en todo caso del siglo XIX– son las picas de mármol que el fundador, Francisco Mañé, mandó traer de Italia. Así que libros y bacalao. Por qué no.

-Se la vio en no sé muy bien qué mercadillo llenando carros de libros.

-Bueno… tampoco. Aquí al lado hay un colegio que para Navidad y Sant Jordi hacen un mercadillo de libros y los venden a cinco euros. Nada: un día fuimos con mi hermana y el carro de la compra y llenamos todo el carro.

-Son muchos libros.

-No exageremos.

-¿Su reino es el mercadillo?

-No; también me gusta mucho ir a librerías. Me gusta mirar los libros, tocarlos; y si hay alguien que entienda, que me asesore.

-¿A dónde suele ir?

-Sobre todo a las del barrio, las que me quedan cerca. Aquí al lado está la librería Jaimes, a la que voy bastante. La última de Fred Vargas tenía ganas de leérmela y aún no estaba traducida, así que fui allí y me la compré en francés. También voy mucho a La Caixa d’Eines. Me gusta como tienen dispuestos los libros. La estantería a un lado, la mesa baja al otro.

-¿Quién le gusta que la asesore?

-Ah. Pues ya que me pregunta, le voy a contar una historia con Paco Camarasa. Una historieta, de la primera vez que fui allí.

-A la librería. Negra y criminal.

-Sí, allí, claro. ¡Ah! Qué favor nos hizo Paco Camarasa a todos los lectores de novela negra con su librería; y qué lástima que haya cerrado.  Bueno, estoy allí y él me dice: “¿Quieres que te aconseje?”, y yo: “Bueno, sí”. “¿Americana o europea?”, dice, y yo: “No sé…” Y entonces me suelta: “¿Muchos muertos o pocos muertos”? Y bueno. No me acuerdo al final ni qué me recomendó.

-¿La puedo calificar de lectora voraz?

-Pues mire: llego a casa. Como. Después de comer, como no miro la tele, me siento en mi sillón de orejas y me dedico a la lectura. De cuatro a ocho, todos los días... o casi todos. De ese modo leo unos 50 o 60 libros al año.

-Siempre novela negra.

-No siempre; sobre todo.

-Venga, haga un elogio de la lectura.

-Mire: si cuando ya no puedes hacer nada más puedes decir: “Aún puedo leer”, es la gloria. Y si te haces mayor y piensas: “Ostras, no tengo a nadie, pero tengo mis libros”, eso es una maravilla. Porque es lo más grande que puedes tener. Aparte de los amigos, eso sí. Es un placer total.

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-¿Y el bacalao?

-Otro placer. A mí me gusta frito con ajo y perejil.