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Ramon Rami Porta: "Leyendo a Greene uno viaja a todas partes"

El doctor Rami, responsable del Servicio de Cirugía Torácica del Hospital Universitari Mútua Terrassa, es también un erudito admirador de la obra de Graham Greene

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«Leyendo a Greene uno viaja por todas partes»_MEDIA_1 / RICARD FADRIQUE

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Mauricio Bernal

Esta podría ser una entrevista sobre el cáncer de pulmón, toda vez que el doctor Rami es  una eminencia en el tema, toda vez que presidirá el congreso internacional del ramo que se celebrará en Barcelona en el 2019, toda vez que encabezó la comisión internacional que revisó el sistema de clasificación de la enfermedad según su extensión anatómica; toda vez que ostenta el cargo de responsable clínico del Servicio de Cirugía Torácica del Hospital Universitari Mútua Terrassa. Pero no. Esta entrevista es sobre la otra vida del doctor Ramon Rami. Esta entrevista es sobre Graham Greene. Sobre la vida y obra del escritor inglés también puede dictar cátedra.

-Vayamos al principio. ¿Su primer Graham Greene?

-'El factor humano'. Lo leí cuando aún estaba en la facultad, hacia 1979. Me gustó, pero no fue ese libro el que me enganchó.

-¿Entonces?

-Me enganchó una obra que es considerada menor, 'Getting to know the general', traducida al español como 'Descubriendo al general'. Descubrí que a Greene le gustaba viajar, como a mí, y me gustó mucho cómo anticipaba los viajes, cómo los preparaba. Y me encantó el retrato de Torrijos.

-Cuando dice que lo enganchó…

-Quiero decir que del año 80 al 86, más o menos, me leí todo lo que encontré de él. Al principio en castellano, pero luego me pasé al inglés, para leerlo en la lengua original. Descubrí tres cosas que me gustaban de su literatura: que tenía una prosa muy asequible, unas tramas atractivas y un trasfondo que, bueno: algunos lo ven y otros no.

-¿Tiene una especie de rincón Greene en su casa?

-Puf… Mi casa es un desastre. Tengo mis libros repartidos por tres o cuatro habitaciones diferentes… Pero sí. Él escribió cerca de 25 novelas así que debo tener en total como unos 40 libros suyos, y están todos en una estantería especial.

-¿Colecciona primeras ediciones?

-No, no. He conocido a coleccionistas de primeras ediciones y son muy obsesivos, y quiero evitar esa obsesión. Pero sí tengo dos ejemplares firmados por Greene, dos libros que me regalaron firmados. No tienen un gran valor económico, no se crea. Greene firmó muchos libros mientras vivió.

-Cuénteme. ¿Qué libros son?

-Bueno, pues uno es una primera edición de 'Yes and no' que me regaló un colega, Steve Keller, un cirujano torácico de Estados Unidos. El otro es un ejemplar firmado de 'Un caso acabado' que me dio el padre Leopoldo Durán sabiendo que es mi novela favorita de Greene. Durán y Greene cultivaron una amistad muy profunda.

-¿Lo es? ¿Por qué?

-Por varias razones, una de ellas que uno de los personajes es un médico muy dedicado a su profesión en un ambiente tan hostil como una leprosería en el Congo. Greene era maniaco depresivo y escribió esa novela cuando pasaba por una mala época, y el protagonista es un arquitecto desencantado con la vida, con su obra y con su fama y roto sentimentalmente debido a una ruptura. Como él.

-Greene murió en el 91. Cuando usted ya era un consumado admirador.

-Sí… Siempre es triste perder a una personalidad como esa. Hay gente… No yo, lo que diga yo al respecto no importa, pero hay gente que lo califica como una de las grandes plumas del siglo XX. A mí la verdad es que su muerte me sirvió para interesarme por su vida.

-¿Qué quiere decir?

-Que hasta entonces no me había interesado su vida, solo sus novelas. Cuando empecé a saber de su vida empecé a leerlo de otra manera, porque en según qué circunstancias lo oía hablar a él, porque sabía por qué había escrito 'El americano impasible', por ejemplo, o por qué había escrito 'Los Comediantes'.

-Hablemos de Berkhamsted. Porque hasta allá llegó, ¿no?

-Sí, en efecto. Eso fue en el 97, estaba en Londres tres días y se me ocurrió ir a su ciudad natal. “Ya que estoy aquí”, pensé. Además era muy fácil, es como coger un tren de Barcelona a Terrassa.

-¿Qué hizo cuando llegó?

-Fui a la escuela del pueblo, donde él había estudiado y donde su padre había sido... 'headmaster', una especie de directivo. Y pedí que me mostraran la 'green baize door'.

-¿La qué?

-La 'green baize door'. Es una puerta forrada por un lado con un paño verde que separaba la zona donde vivía la familia Greene del aula. Esta puerta que aparece en muchas novelas suyas para él siempre fue una frontera, y la frontera es un tema recurrente de su literatura.

-¿Y los festivales Greene?

-Bueno, todo empezó en ese viaje, justamente, porque allí me puse en contacto con David Pearce, que fue uno de los fundadores del Graham Greene Birthplace Trust y que el año siguiente ya organizó el primer festival.

-¿Fue?

-Claro, me invitaron. Era el único extranjero.

-No irá cada año.

-He ido todos los años desde entonces salvo una vez, en el 2003. Estaba en Londres, a punto de dirigirme al festival, pero entonces recibí la noticia de que se había muerto de un infarto mi compañero de entonces. La única vez que he faltado.

-Cuénteme, ¿qué otros viajes ha hecho siguiendo a Greene?

-Pues mire: en Vietnam pude visitar algunos escenarios de su novela y por cierto, comprobar que eran tal y como él los había descrito. El Londres de Greene, naturalmente... En Budapest también visité los lugares que él visitó. En Buenos Aires fui al Lancaster Hotel, donde él se quedaba, y también a la cafetería Richmond, en la calle Florida, que sale en 'El cónsul honorario'. Hasta pedí 'éclair' y café con leche.

-Dígame una cosa. Mirando atrás, ¿qué le ha aportado Greene a su vida?

-Una vez me preguntaron eso para un newsletter del Trust. Why Greene? Y es verdad, uno a veces lee y no sabe por qué lee. ¿Por qué Greene? Pues yo lo primero que diría es que leyendo a Greene uno viaja, y viaja a todas partes; se viaja por Europa, por América, Asia, África… Vale la pena leer a Greene por viajar. Y dos: por el trasfondo católico de sus novelas.

-Ajá.

-A mí me impactó. Greene era un católico converso, y como usted sabe, cuando uno se convierte a algo es más estricto que los demás. Él, que era un intelectual, estudió el catolicismo, cosa que se puede decir de muy pocos católicos, y era un católico avanzado que me ayudó a entender mi propio catolicismo. En 'The heart of the matter', traducida increíblemente como 'El revés de la trama'…

-Ya que lo menciona: ¿'El americano impasible' o 'El americano tranquilo'?

-Impasible, impasible. Como le decía, me ayudó a entender mi propio catolicismo. Hay una escena en esa novela en la que el cura le dice a la mujer del suicida algo como: “Mira, la Iglesia conoce todas las reglas pero no sabe nada del corazón humano”. Me sentí identificado. Yo siempre pensé que era una frase de Greene, por cierto.

-¿Y no?

-No. Es literal del Evangelio según San Juan. En fin. Y todavía hay una tercera respuesta a esa pregunta.

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-¿Por qué Greene?

-Sí, y es que en las novelas de Greene salen muchos médicos. Médicos, psicólogos y dentistas. Médicos buenos y médicos malos. No hay que olvidar que su hermano mayor, Raymond, era un famoso endocrinólogo en Londres.