Gente corriente

Nazario Yuste: «Ayudar al prójimo te hace sentir las manos llenas»

Este cirujano plástico dirige un proyecto solidario para familias necesitadas que ahora ha exportado a Haití

Nazario Yuste, cirujano plástico.

Nazario Yuste, cirujano plástico. / DAVID CASTRO

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Juan Fernández
Juan Fernández

Periodista

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Nazario Yuste Grondona (Madrid, 1958) es uno de los cirujanos plásticos más prestigiosos de Madrid, aunque la mayoría de sus ilustres pacientes desconoce su otra ocupación: desde hace cuatro años lidera Acción Directa, «más que una oenegé, un grupo de personas con ganas de ayudar» que se hacen cargo de familias en riesgo de exclusión social y gente que malvive en la calle. Ahora se ha propuesto exportar su proyecto: anoche voló junto a media docena de voluntarios rumbo a la frontera entre República Dominicana y Haití y allí va a pasar las próximas tres semanas en busca de carencias que atender. Hay otros agostos.

–Curioso su caso: su oficio depende del exterior de las personas, pero en sus ratos libres se ocupa en algo relacionado con el interior. Conviene no confundirse: se asocia la cirugía plástica a lo frívolo, pero el abanico de pacientes es amplio y variado. No negaré que hay quien se opera por motivos prescindibles, pero la mayoría entra al quirófano porque se siente mal al mirarse al espejo y necesita mejorar. 

–¿Existe alguna conexión entre su trabajo y su vocación solidaria? No hay nada como devolverle la autoestima a una persona que sufre un complejo y que tras operarse sale a la calle pisando fuerte. Eso también es ayudar. El mejor regalo que he recibido en mi vida me lo hizo un paciente muy humilde a quien reconstruí la cara tras sufrir un quemado. Me dio un papelito donde había escrito: gracias por todo lo que ha hecho por mí.

–Así podría haber seguido siendo el resto de su vida. ¿Cómo surgió la llamada de hacer algo más por la gente? Ha usado la expresión acertada, llamada, porque en mi caso fue así. Soy católico y pienso que todo lo que la vida te da, debes compartirlo. Cuanto más te dé, más tienes que repartir. Yo he recibido mucho, así que me siento en la obligación de aportar en la misma proporción. No soy especialmente sociable, soy más bien tímido, pero sé que soy capaz de convencer a la gente para bajar a la calle y hacer cosas por los demás. 

–Y descubrió que ésa era su misión. Hablé con mi parroquia, me puse en contacto con Cáritas y me enteré del funcionamiento del Banco de Alimentos. Con esa información, empecé a organizar fiestas en casa en las que pedía a los invitados que trajeran kilos de comida. Junto a mi grupo de voluntarios, por parejas, comenzamos a repartir esos alimentos entre una serie de familias que nos ofreció Cáritas. Más allá de la comida, nuestro plan consiste en hacernos cargo de su situación: ayudarles a hacer un currículum, buscarles trabajo, encontrar solución a sus problemas reales. Por eso lo del nombre: Acción Directa.

–¿Qué encontró en la calle? De todo: desde personas con necesidades severas que se esforzaban por salir de su situación con el apoyo que les ofrecíamos a otras que habían renunciado a mejorar y preferían vivir a costa de las ayudas públicas antes que aceptar una oferta laboral. Esto me sorprendió mucho, así que decidí buscar las necesidades allí donde realmente existieran, en lugares como la localidad de Pedernales, en la frontera entre República Dominicana y Haití. Y para allá vamos.

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–¿Sabe qué va a encontrar? Tengo una idea por el padre Julián, que ha ido seis veces y nos hace de guía, pero la realidad la descubriré por mis propios ojos. Llevamos comida, dinero y material para hacer operaciones quirúrgicas, pero voy con idea de conocer las necesidades sobre el terreno y volver más adelante con soluciones reales para esos problemas.

–Imagino que mucha gente de su entorno le habrá preguntado: ¿qué necesidad tiene de meterse en estos líos a estas alturas de su vida? Esa vida que usted dice me ha dado mucho, pero durante muchos años me he mirado las manos y las he sentido vacías. He descubierto que ayudar al prójimo me hace sentirlas llenas. Para dar este paso no hay edad.