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«La música da ganas de vivir, mueve emociones»

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«La música da ganas de vivir, mueve emociones»_MEDIA_1 / DANNY CAMINAL

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Una guitarra fue el mejor regalo que podía entrar en su casa cuando Pedro García Rebollo (Sant Cugat del Vallès, 1974) tenía 9 años. Es el segundo de tres hermanos y el que más caso hizo al instrumento. Lo empezó a tocar por intuición, y enseguida quedó «hipnotizado», recuerda, y abducido por el potencial que intuía en aquella guitarra. «Quise sacarlo todo de ella», afirma. Hoy se gana la vida enseñando armonía de casa en casa. Dejó entrar la música en él y en él sigue. Guía su camino profesional y acompaña las emociones de este artesano profesor de música.

-La guitarra eligió su profesión. ¿Qué itinerario formativo ha seguido? Con 16 años me apunté al Taller de Músics, en Barcelona. Estuve un año y medio o dos. Antes había estado tocando con amigos. Luego hice los cursos de armonía moderna y solfeo en el aula de música moderna y jazz del conservatorio del Liceu, cinco años. Y al acabar me fui a Londres, iba en busca de la experiencia musical en la cuna de los dos estilos musicales más importantes de la música moderna actual, el rock y el pop.

-¿Cómo le fue la experiencia? Cuando llegué a Inglaterra, enseguida noté el cambio de cultura musical. Era como haber llegado al primer mundo, musicalmente hablando. Allí la música estaba mucho más presente en jóvenes y en mayores.

-En su vida la música también está presente cada día. Hay quien se sirve de ella para desconectar, pero si usted quiere desconectar de la música, ¿qué hace? Yo no desconecto nunca de la música, siempre tengo una melodía en la cabeza, desde que me levanto hasta que me duermo por la noche. La música da ganas de vivir, mueve emociones.

-Contagiar eso a sus alumnos es un buen reto en sus clases particulares. Sí. El estudio de la música y su armonía, y transmitir su conocimiento a mis alumnos, ha sido hasta hoy la pasión de mi vida. Nunca he tenido la intención de ser conocido, todo lo he hecho por amor a la música.

-Saber componer melodías ¿implica también, en su caso, haber compuesto? Desde los 16 años he compuesto y he grabado canciones con la guitarra. Debo tener unas 800 composiciones hechas.

-¿Las comparte con alguien? No. Nadie las ha escuchado.

-¿No se ha propuesto nunca que esas composiciones vean la luz? Alguna vez lo he pensado, pero mis clases particulares se llevan todo mi tiempo.

-¿Por qué solo imparte clases en casas particulares? Siempre lo he preferido, porque cada alumno requiere un tiempo de aprendizaje específico y tiene más facilidad o dificultad para algún aspecto musical. Así, individualmente puedo centrar la clase, trabajar más lo que más necesite el alumno. Verlos avanzar es mi mayor satisfacción.

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-Hacer la clase en casa del alumno marca un toque diferencial, como profesor y como alumno. ¿Qué ventajas tiene, aparte de la dedicación exclusiva a las necesidades concretas de cada alumno? En casa el alumno se siente mucho mejor para asimilar la materia, es vital sentirse cómodo, el lugar aporta confianza y seguridad mental. Y al alumno también le reconforta que su entorno familiar pueda conocer al profesor y tener incluso trato de amistad con él. Hay hogares en los que solo entrar detecto el amor por la música y el arte en general. Es un placer encontrar familias que aman la música.

-¿Cuál es el perfil de sus alumnos? La mayoría tienen entre 20 y 35 años, muchos quieren dedicarse a la música profesionalmente y la mayoría tocan la guitarra, alguno también el piano.