EL RADAR

26-J: 'sorpasso', caos, antipolítica

La segunda oportunidad de la nueva política; frenar el caos de la "izquierda populista" y la antipolítica son los principales argumentos ante el 26-J

Quien logra acaparar la conversación pública tiene más posibilidades de conseguir un buen resultado electoral

Papeletas de una mesa electoral

Papeletas de una mesa electoral / JOAN CORTADELLAS

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Joan Cañete Bayle
Joan Cañete Bayle

Subdirector de EL PERIÓDICO.

Especialista en Internacional, Transformación Digital, Política, Sociedad, Información Local, Análisis de Audiencias

Escribe desde España, Estados Unidos, Israel, Palestina, Oriente Medio

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Suele suceder que quien controla los argumentos de la conversación política logra buenos resultados en las elecciones. Al fin y al cabo, si un candidato consigue que en la contienda se hable de lo que quiere, tiene más posibilidades de imponer sus puntos de vista. Y al contrario: quien no logra que se hable de su libro, lo tiene crudo. En mayo del 2014, en Barcelona, Ada Colau logró que sus adversarios fueran a su terreno, hasta que al final las propuestas de los alcaldables (igualdad, equidad, regeneración...) casi acabaron diferenciándose solo por una cuestión de grados, aceptada por todos la premisa inicial de cambio marcada por Colau. En cambio, en las autonómicas del 27-S Catalunya Sí Que Es Pot fue incapaz de meter baza en unas elecciones polarizadas frente a quienes lograron el plebiscito imperfecto que acabaron siendo. La conversación del 20-D vino marcada por el eje vieja/nueva política. Ganó el PP, cierto. Pero fueron también las elecciones del fin del bipartidismo. Y en Catalunya, el equivalente de Catalunya Sí Que Es Pot ganó donde el 27-S fracasó, entre otros motivos (no hay que olvidar que la CUP no concurrió) porque en las generales sí logró que se hablara de su libro.

Seis meses después, cual día de la marmota, la ciudadanía regresa a las urnas. Hay varias preguntas políticas que buscan respuesta:  cuánto ha cambiado el electorado (si es que lo ha hecho) en seis meses; en qué ha quedado la ilusión del regeneracionismo tras los seis meses de negociaciones infructuosas (la erosión simbolizada en la diferencia entre los dos cara a cara Rivera-Iglesias con Jordi Évole, tan diferentes), en qué estado están el PP (¿pasará factura la corrupción? y el PSOE (¿le queda electorado que moviizar? ¿habrá ‘sorpasso’?). El resultado dependerá de la respuesta a estas preguntas.

En términos de conversación pública, hay algunos argumentos que predominan sobre el resto:

APUNTILLAR EL BIPARTIDISMO

-- Es la segunda oportunidad para acabar con el bipartidismo e impulsar el cambio político real. La geometría en escaños impidió el ‘sorpasso’ al PSOE en el 20-D y, con ello, una coalición que desbancara al PP. La fuerza de la nueva política se ha erosionado en estos seis meses, pero en el flanco izquierdo el pacto Podemos-IU le ha insuflado fuerzas. Una pregunta clave es si el electorado que votó a Podemos en diciembre tiene motivos y alternativas para serle infiel el 26-J. El de acabar el trabajo de la regeneración es un argumento que beneficia sobre todo a Podemos: el ‘sorpasso’ como condición para derrocar al PP sin contar con Ciudadanos. “Estamos pues, de nuevo, ante otra nueva oportunidad de cambiar, de ‘torcer’ la lógica y terca estadística, de otorgarnos un Gobierno que mire por el interés general, y no solo por el de unos pocos privilegiados, de no ser de nuevo cómplices de una nueva pero vieja manipulación”, en palabras de María Olga Santiesteban, de Zalla (Vizcaya) en una carta que envió a Entre Todos.

ESPAÑA, CAPITAL CARACAS

-- Es el momento de cerrar la puerta al populismo de izquierdas. Después de que el 20-D impidiera aritméticamente por poco un pacto PSOE-Podemos-confluencias-mareas, el 26-J es una segunda oportunidad para frenar a la izquierda (España, capital Caracas, amiga de separatistas catalanes). O el PP (o la gran coalición, o el tripartito PP-PSOE-Ciudadanos) o el caos. Este es un argumento que beneficia al PP y a Ciudadanos. “Un gobierno de izquierdas y populistas sería para la sociedad española cardos y espinas, y por ello habría gemidos y lamentos. "Ya hablan de que no se pueden bajar los impuestos, así que eso llevará más adelante a la subida de ellos. Y para que los ciudadanos vean que hacen cosas, el gasto público será desorbitado, poniendo en peligro, entre otras cosas, las pensiones de los jubilados actuales y sembrando incertidumbre entre las de los que se jubilarán”, escribe Teófilo Marco (El Grado,Huesca).

LA BRECHA ENTRE POLÍTICOS Y CIUDADANÍA

-- Todos son iguales, qué más da, los políticos velan por sus intereses pero no por el bienestar general. Unos porque ni siquiera intentaron formar Gobierno (PP); otros (PSOE) porque se les acusa al mismo tiempo de abrazarse a la derecha de Ciudadanos y de buscar un pacto suicida con los populistas a su izquierda; los nuevos porque demostraron ser tan tacticistas como los viejos; los viejos porque qué podíamos esperar de ellos. Este argumento nihilista beneficia a la abstención y perjudica, sobre todo, a los nuevos partidos, y entre ellos, más a Podemos que a Ciudadanos. Es difícil que un partido defienda abiertamente este argumento anti-político (otra cosa son los hechos), pero en cambio es muy potente en la opinión publicada y en la pública. “En una democracia lo más importante es respetar todas las opiniones y llegar a acuerdos por el bien de todos. Por ahora, parece que lo único importante es alcanzar el poder por encima de todo. Y nosotros, como ciudadanos, tenemos que pagar el gasto descomunal que supone ir nuevamente a las urnas, cuando la mayoría de nosotros pensamos que sería mejor invertirlo en algo productivo, como sanidad o educación, por ejemplo”, nos escribió Beatriz Pietro, de Sant Cugat del Vallès.

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Otro ejemplo, la dura carta de José Manuel Arca, de Barcelona:  “Incapaces, irresponsables, manirrotos: palabras que definen a los que nos han gobernado y a los que aspiran a gobernarnos. Incapaces siquiera de adaptar sus necesidades a las circunstancias que ellos mismos han generado. Y dentro de un mes he de elegir a qué irresponsable votar”. 

De la fuerza de estos argumentos depende en gran medida el resultado electoral. No hace falta ser un lince para ver que el único partido que se encuentra cómodo en ninguno de estos tres argumentos es el PSOE. Por cierto, ¿y Catalunya y el modelo de Estado? Parece que esta vez este tema tampoco toca (mucho).